PRÓLOGO

798 Words
SEATTLE. DOS AÑOS ANTES. —Le recomendaría comprarse unos buenos lentes, Señorita. —¿Y a usted quién diablos le dijo que necesito su opinión? —Ya tenían bastante rato discutiendo y despotricándose entre sí. El chico parece sorprendido por tan brusca respuesta de la menuda mujer con la que tuvo un accidental choque mientras corría por algunas de las calles de Seattle. Ahora ella se sitúa en frente de él, con su barbilla alzada en señal de desafío y sus manos en la cintura. A pesar de que es pequeña y al parecer inocente, Christian Grey se dio cuenta que la pequeña señorita, tenía carácter. —Púes en mi opinión, yo que usted dejaría de hacer ejercicio ya que no le está ayudando para nada —escupió el cobrizo, mientras que sus intimidantes ojos grises recorrían la pequeña complexión de la castaña, que aunque era demasiado delgada, quería seguir molestando. Anastasia Steele no podía creer lo que estaba escuchando. ¿La estaba llamando... gorda? Y aunque eso no debería ser una forma de ofensa, ella sabía que sólo lo hacia para molestarla, aún así no pudo evitar sentir como la sangre subía a sus mejillas y se sentía desnuda en sus shorts y sudadera para salir a correr, bajo la mirada del hermoso, pero petulante hombre frente a ella. —¿Y usted qué le importa eso? Déjeme informarle, que así como estoy, muevo el piso de muchos. —«¿Que demonios estoy diciendo?» Se preguntó, mientras pensaba en alguien a quién le había movido el piso o conquistado y en su lista había... nada. Cero. Totalmente nadie a quien haya conquistado o se haya acercado a ella con intensiones de ser algo más que amigos, debido a sus problemas del pasado. —Así que es usted una chica fácil. —«Que decepción, pero ¿Por qué? Por Dios, la acabo de conocer y no puedo negar que a mí sí me movió el piso» A pesar de ese pensamiento, él expresó todo lo contrario—. A mí no me movió un pelo... —Señor Grey, ¿hay algún problema? —Taylor, guardaespaldas personal y jefe de seguridad de Christian Grey, decidió interrumpir el pesado intercambio entre su jefe y la preciosa chica y ver que lo retenía. Pero se dio cuenta, por la cara horrorizada de la chica, que reconoció el apellido. Y se dijo que tal vez ahora sería más amable, sólo con escuchar el apellido Grey, a las mujeres y hombres, parecían encenderse en sus ojos el signo de dólar pero se dio cuenta que en los ojos de la chica sólo había temor. —¿Grey? —«No puede ser posible, no puede ser posible» Se repetía Anastasia una y otra vez mientras sopesaba la idea de que este tuviera que ver con su actual socio—. ¿Eres Christian Grey? —preguntó para asegurarse. El entornó los ojos hacia ella, preguntándose como demonios era que sabía sobre él, si lo reconoció por el apellido o alguna otra razón... —¿Y si lo soy, qué? —preguntó acercándose a ella. Ambos sintieron como sus vellos se erizaban debido a la cercanía. —Entonces estás frente a tu nueva socia de Grey Enterprises Holding Inc. —respondió la chica cruzándose los brazos sobre su pecho. —Quieres decir que... ¿Eres Anastasia Steele? —preguntó Christian con una sonrisa tirando de sus labios pero lo que en realidad quería era estallar en carcajadas, reírse como nunca, debido a lo increíble de la situación. —La misma —respondió orgullosamente. —Púes ya está llegando tarde a su primera reunión, señorita Steele. —La cara de la chica era un poema. —¡Usted también! —respondió indignada para luego dar la vuelta e irse. —¡Enana! —gritó él mientras la veía marcharse. —¡Gigante! —le gritó de vuelta sin girar hacia él. ¿Era eso un insulto? —¡Perezosa! —Para ese momento, ya muchas personas veían el gracioso intercambio. —¡Estúpido! —¡Terca! —¡Arrogante! —Su voz ya casi era amortiguada por la lejanía. —¡Gorda! —La chica se detuvo en seco y desde donde estaba, él sintió como sus ojos le enviaban dagas. Pero ella no respondió nada más. Christian rió y se dijo que los siguientes cinco años, que era lo que duraba el contrato que había hecho con el padre de Anastasia y por eso no había tenido el placer de conocerla, serían los más largos e infernales de su vida junto a su nueva socia y con la cual empezó muy mal. ¿Quién habría dicho que dos años después, las circunstancias estarían peores y ambos metidos en una relación bastante extraña entre amor-odio?
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