1- El Lugar equivocado.
Capítulo 1
El lugar equivocado.
Paula Martí
Preparo una taza de té y lo bebo rápidamente antes de ir a la parada de autobús como lo hacía todos los días , un hábito que ya formaba parte de mi rutina, trabajo en una tienda de ropa exclusiva, más bien estoy encargada de atender a clientas un tanto fastidiosas, de vez en cuando llegaba una que otra un tanto amables, jamás iba mal vestida o sin estar maquillada a la perfección, mi uniforme por ende debía ser costoso; ¡y vaya que si!; una falda Gucci, y una camisa Dolce & Gabbana, los descuentos por los uniformes los terminaba de pagar en tres meses, el salario me daba para vivir tranquilamente en un pequeño departamento con un jardín y cuidar de mi hermano.
Pero como cuando haces algo y ni siquiera entiendes el porqué, esta mañana decidí ir a esperar el autobús a unas dos cuadras más lejos de lo habitual, la pereza por volver caminando se apoderó de todos mis sentidos al percatarme de que había olvidado la llave de la tienda. ¡No, ahora debo caminar de vuelta hacia mi casa, sigo buscando en mi bolso y entonces escucho unos disparos, por inercia me agacho y quedo detrás de un basurero a un costado.
— ¡Mierda, mierda! ¿Qué es lo que sucede?. —Corrí con frenesí hasta alejarme de aquel basurero, llegué a una especie de muro de cemento con unos pequeños orificios—
—¡Por lo que más quieras, Dios, buda, Alá!.... no dejen que me maten. —Mi respiración no deja de agitarse con cada estruendo mortal.
Un disparo, dos… cinco…veinte… Perdí la cuenta, prefiero no moverme, intenté respirar con calma, pero no lo conseguí, vi a muchas personas, tal vez a cuatro hombres y a una mujer desde el vehículo de los sicarios, cuando todo acabó, me escabullí y volví a mi departamento, no podía ir a trabajar luego del susto de esta mañana, en mi cabeza retumbaban los sonidos de disparos. En la televisión anunciaron el deceso de casi diez personas.
No hay testigos, nadie vio a los atacantes, las personas de la parada de autobús también se llevaron la peor parte.
Menos mal nadie me vio, ¿Qué debo hacer?, si no voy a testificar, podría ir a la cárcel… No tengo idea de lo que sucedería… Si la policía no me contacta, todo estaría bien, mi vida seguiría transcurriendo con normalidad. Salí de mi casa aun temerosa, sentía que todos a mi alrededor me observaban mientras caminaba al supermercado. Compre ramen, de esos que vienen prácticamente casi listos. Enseguida encuentro el mensaje de mi jefa
Paula
No vienes a trabajar porque te sientes mal, deberías agradecer que te di una oportunidad, eres gorda nunca nadie te querría como vendedora de ropa fina y costosa, si mañana no te presentas, estás despedida.
Si, claro… me da trabajo porque me paga menos que a las demás vendedoras, y me tocó aceptar porque en parte tenía razón, lo que me apasiona es cocinar, pero los trabajos como ayudante de cocina son escasos y la paga no es muy buena. Es horrible vivir sola, pero es lo que me tocaba, perdí a mis padres en un accidente automovilístico hace cinco años, tengo un hermano mayor con capacidades diferentes, ya que debo trabajar el vive en un hogar, es como si fuese mi hijo, heredé de mi madre la buena sazón en la cocina, necesitaba ahorrar para volver a retomar mis clases y entonces emprendería. De a poco el susto se alejaba de mis recuerdos, pero vi el rostro de un hombre, tenía los ojos verdes, no se si se trata de alucinaciones mías, pero vagamente recuerdo que volteó a verme, pero luego tras los disparos lo perdí de vista, si me pidieran describirlo, no lo sé, simplemente vi su rostro, el cual sigue mostrándose borroso en mis recuerdos.
Ese día pareciera que no acabaría… me di vueltas y vueltas en la cama, tras mudarme a esta ciudad, la capital de mi país, conocía a pocas personas, el trabajo consumía la mayor parte de mi tiempo.
—Paula, debo informarte que te han despedido. —Atiendo una llamada de la encargada del personal, al menos me llamó—
—Hola señora, se que usted es la hermana de mi jefa, pero me podría decir cuál es la razón de mi despido, siempre he hecho mi trabajo en forma, y con honestidad. —Mis ojos se nublan, opacados por lágrimas—
—Paula, no sé en lo que estés metida, pero mi hermana recibió una amenaza de unos desconocidos, están buscándote como fieras tras su presa, sé que eres una buena chica, por eso te lo comento, no hace falta que vuelvas, te transferiré lo que te corresponde a tu cuenta bancaria. Adiós y cuídate —Mi corazón late con rapidez—
—Gra… Gracias. —Respondí apenas—
Corté la llamada, si esas personas están buscándome, es porque ya saben que vi a uno de ellos, deben ser narcotraficantes o algo así, y ahora soy la única testigo. ¡No puede ser!, debo hacer algo. La única persona a quien se me ocurre llamar es a mi novio Franco, el es ingeniero civil, viaja seguido, apenas nos vemos dos fines de semana al mes desde que se recibió y comenzó a trabajar.
—¡Hola amor!, ya te extraño. —Contesta enseguida—
—Hola mi amor, tengo un problema… —Al escucharlo automáticamente mis ojos se empapan— ¿Escuchaste las noticias acerca del atentado aquí en Asunción?.
—Si, esa noticia está en todos lados… ¿Por qué lo mencionas?. —Me dice apresurado—
—El caso es que en las noticias aseguran que no hubo testigos vivos, pero yo estuve allí y vi a uno de ellos, tal vez a cuatro, estoy confundida... Bueno solamente lo recuerdo vagamente, y creo que ellos ya me encontraron porque amenazaron a mi jefa y me despidió —comienzo a llorar sin poder controlarme—
—¡Paula, entonces sal de allí y ve a la policía!, no puedes quedarte en esa casa ni un minuto más, ve a mi departamento, solamente tu sabes donde queda, el que acabo de comprar para cuando nos mudaramos juntos, no le comenté a nadie sobre él, y está a nombre de mi padrastro, nadie te encontrará allí. —Suena preocupado al igual que yo, aunque no creo que logre superarme—
—Lo haré Franco, pero primero debo ir a la policía —Con un pañuelo de papel me limpio los mocos de tanto llorar— No quiero que tú también corras peligro, eliminaré todos los mensajes que nos enviamos e inclusive tu número de teléfono, te pido que te alejes hasta que me ponga en contacto, si me sucede algo malo cuida a mi hermano, él no tiene a nadie más. —Le ruego con mi corazón ya roto—
—¡Paula no pienses en eso!, tu siempre estarás para cuidar a Pablo, me apresuraré con el trabajo aquí e iré junto a ti —Me despido aún temblorosa—
Franco es la única persona en quien confío, ambos hemos luchado juntos desde adolescentes, nunca se apartó de mi lado inclusive cuando me hice cargo de mi hermano, además de ser mi novio es el mejor amigo que tengo, tomé el computador, mi ropa y mi teléfono celular, no me agradaban las estaciones policiales, y ahora debía ir a fin de proteger mi vida, si es que logro llegar antes de que esos hombres me encuentren.