Cuando estoy lo bastante cerca para que me oigan, grito. —¡Eh! —digo, señalando con el dedo al lobo. El lobo sale corriendo y Drake se tensa y se gira para mirarme. —¡Apuesto a que te crees muy gracioso, verdad! —le suelto mientras él voltea hacia la dirección en la que se fue el lobo. Se rasca el cuello. —Te dijimos que había lobos en la zona. —¡No dijiste nada de que ese molesto perro fuera una mascota! —replico, acercándome a él. Me mira fijamente, con una mezcla entre culpa y diversión. —Lo siento, no creí que fuera importante mencionarlo —sacude la cabeza y no puedo evitar reírme. —¿Mencionarlo? Ese perro-lobo, me despertó cuando estaba atormentando a Cíclope. Ha dejado criaturas muertas en mi puerta, ¡y esta mañana se ha meado en mi arbusto de menta! Drake se ríe. —¿Crees qu