Isabella pestañeo saliendo de sus pensamientos e impidiendo el paso de las lágrimas mientras tomaba otro trago vaciando por fin su bebida ya caliente, mientras Cíen recostaba la cabeza sobre la pared y enrrollaba la coleta de Lamy en su mano para hundir más a fondo su cabeza, para follarla con fuerza por esa boquita suya. Isa observó que, a diferencia de Tom, él no buscaba dañarla, sino satisfacerse en el proceso mediante ella. Y ella también parecía complacida por servirle, era algo mutuo, algo que ella no vivió. Cíen respiró pesado y suspiró profundo mientras se liberaba en la boca de la sumisa, que lo recibía sedienta y deseosa de más. Lamy tragó por completo y limpió sus labios al sentir que el Señor había acabado, volvió a su posición anterior, como un juguete de carne y hueso, espe