7 - Colegio Comunitario

2579 Words
(Willa) Al día siguiente partí, tomando el auto que estaba estacionado un poco detrás de nuestra cabaña. Hacer las compras se volvió una pesadilla, pero también comenzamos a cultivar y aprovechar al máximo la tierra para reducir los viajes. Me preguntaba si podría encontrar un lugar con jardín para Emmett en el futuro. Sabía que no podía permitirme nada con espacio al aire libre al principio. Ese pensamiento me apretaba el estómago. Esperaba estar haciendo lo correcto por él. Realmente no sabía ni siquiera adónde iba. ¿Cómo se buscaba trabajo y un apartamento en el mundo real? Todo lo que sabía era la dirección del colegio comunitario en la ciudad. Las clases eran lo suficientemente baratas en comparación con una universidad de cuatro años, y podía empezar allí. Tal vez tomar dos o tres clases durante el verano para probar diferentes temas y luego tener una mejor comprensión de lo que me gustaba. Era tan buen lugar para empezar como cualquier otro. Si podía inscribirme en algunas clases, al menos sabría el área donde podría empezar a buscar trabajo sin ninguna calificación y un apartamento sin dinero porque no tenía trabajo. Respiré profundamente, una cosa a la vez. Encontré estacionamiento y me miré en el espejo. No recordaba la última vez que usé maquillaje, y aunque solo llevaba máscara de pestañas, parecía iluminar mi rostro de una manera que casi no me reconocía. Sabía que no importaba, no me rechazarían por cómo me veía. Mi historial académico de la escuela secundaria hablaba por sí solo, y después de todo, era una inscripción abierta. El edificio estaba en el lado oeste de la ciudad, el antiguo ladrillo rojo habría sido más imponente si no se hubiera desvanecido con el tiempo. Los edificios a su alrededor lo hacían ver aún más antiguo. Eran más altos y estaban equipados con los mismos tonos grises y ventanas enormes que parecían ser del agrado del resto de la ciudad. Decidí que me gustaba cómo destacaba este edificio, y tomaría cualquier señal, por pequeña que fuera, de que estaba tomando la decisión correcta. Al entrar, las luces fluorescentes resultaron chocantes. Un grupo de personas, más jóvenes de lo que imaginaba, estaban sentadas detrás de una mesa cubierta con un mantel de plástico delgado. Folletos brillantes en amarillo y azul yacían sobre la mesa. —Hola —Mi atención se dirigió a una chica que no podía ser mayor que yo, con cabello rubio ceniza recogido en una coleta. Su sonrisa era amplia y parecía genuina—. ¿En qué puedo ayudarte? —Solo estoy aquí para ver si hay alguna clase que pueda ser adecuada. Después de la escuela secundaria, tomé un tiempo y no estoy segura de lo que me interesa —admití honestamente, caminando hacia donde ella estaba sentada detrás de la mesa. —Entonces has venido al lugar correcto —dijo y me entregó algunos folletos brillantes y un libro de cursos más grueso—. Te recomendaría comenzar con una clase que creas que te interesa y luego una que no. Sé que suena extraño, pero te sorprendería cuántas personas piensan que no les gusta algo solo porque lo hicieron en la escuela secundaria —dijo encogiéndose de hombros, su sonrisa contagiosa nunca abandonó su rostro. —Creo que me encanta esa idea —le sonreí de vuelta. —Bien, puedes hablar con algunos de los profesores. Tienen horario de atención abierto durante las próximas dos horas —dijo y señaló un pasillo a su izquierda—. Vuelve si necesitas algo. —Gracias —agradecí y apreté los papeles contra mi pecho. Me alejé, deseando leerlos primero. —Bueno, ella estaba animada —habló una chica pelirroja que se unió a mi paso. Casi salté sin darme cuenta de su presencia antes. Sonreí. —Parecía simpática. —Ojalá pudiera tener ese entusiasmo por, bueno, cualquier cosa —dijo encogiéndose de hombros, mientras me daba una sonrisa irónica que me resultaba familiar. Sentía el entusiasmo por las cosas de manera diferente en estos últimos años. —Cali —extendió la mano—. Mi mamá me llamó Calista sin razón aparente — resopló. Me caía bien—. Así que elegí Cali, en parte por despecho —me dedicó una media sonrisa. —Willa —dije en su lugar, agarré su cálida mano con la mía—. ¿Quieres escuchar algo peor que Calista? Una de sus cejas se levantó. — Wilhelmina, ese es mi nombre. Me miró fijamente. Sus cálidos ojos avellana estudiaron los míos salpicados de dorado y verde antes de soltar una carcajada. —Vale, vale, ganas tú —dijo riendo. Señaló un banco detrás de nosotros, y la seguí mientras se sentaba, lanzando sus rizos rojos oscuros hacia atrás. Ambas hojeamos el catálogo de cursos. Después de verme doblar algunas páginas, ella me entregó un bolígrafo. —¿Es tu primer semestre? —le pregunté después de revisar los cursos tres veces. No había muchas opciones, pero aun así me abrumaban. —Sí, pensé en probar algo diferente. Tuve una situación complicada durante la escuela secundaria y finalmente obtuve mi GED —me miró y agregó—. Años después. Su tono era serio, aunque tenía una media sonrisa. —Igual, más o menos. Me tomé un tiempo después de graduarme y quiero descubrir qué quiero. Esperaba que hoy me diera algo de claridad, pero solo me confundió más. Todo suena interesante, quiero hacerlo todo —confesé. —Ojalá tuviera ese problema, todo esto me aburre. He estado trabajando en este restaurante, bueno, no quieren que lo llamemos así, pero eso es lo que es —rodó los ojos, recostándose—. Solo quiero algo más estable. Tengo una hija, casi tiene cuatro años, y es por ella. La observé, algo en su rostro parecía suavizarse al mencionar a su hija. Entendí la razón por la que no terminó la escuela secundaria de manera tradicional. —Seguro encontrarás algo que te guste y te dé dinero —dije intentando tranquilizarla, en parte para convencerme a mí misma. Ella resopló. —Ese es el sueño —dijo y recogió sus cosas, poniéndose de pie—. ¿Vives cerca de aquí? Sacudí la cabeza. —Este es el primer paso. Todavía tengo que resolver todo el tema del trabajo, guardería y vivienda. Sin mencionar elegir una carrera, estudiar para esa carrera y conseguir un trabajo a largo plazo en dicha carrera. Me miró una vez más antes de que su mandíbula se endureciera como si hubiera decidido algo. —No estoy segura si hay apartamentos disponibles, pero tal vez pueda ayudarte con las otras dos cosas —ofreció.  _ _ _ _ _ Una semana después, todo estaba empacado y las cosas de Emmett y mías estaban cargadas en el auto de mi papá. Volverían por sus cajas una vez que estuviera completamente establecida, o al menos, lo más que pudiera estarlo. Miré hacia atrás, a la cabaña una última vez. Era solo una sombra de lo que había sido una semana antes. Las ventanas estaban cerradas y tapizadas, logrando que la luminosa cabaña pareciera oscura. Todos los pequeños detalles personales que agregamos a lo largo de los años estaban en cajas, dejando solo los huesos desnudos del espacio. Me recordó cuando llegamos aquí, cuando estaba rota y embarazada. Con el paso de los meses y los años, convertimos este lugar en nuestro hogar, y yo, junto con la cabaña, me transformé en algo nuevo y menos vacío. Cerré la puerta detrás de mí, echando un último vistazo, sin querer memorizar ese momento. —Mamá —la vocecita de Emmett me hizo girar, y lo levanté en brazos—. ¿A dónde vamos? —preguntó por centésima vez. —A una aventura —respondí mientras le sonreía, besando su nariz. —¿Nos vamos para siempre? —pregunto y dio paso a una pequeña arruga en su rostro. —No, cariño. Siempre podemos volver. Vamos a un lugar nuevo para hacer amigos y conocer gente nueva. ¿No suena bien? Encogió los hombros y enterró la cabeza en mi pecho. Estaba creciendo tanto, y a veces era difícil cargarlo, pero saboreaba estos momentos en los que todavía se sentía como un bebé. Le acaricié la cabeza y lo abracé, deseando protegerlo de todo y sabiendo que no podía.  _ _ _ _ _ —Esto es todo —dijo mi papá. Se detuvo frente a un edificio que sería nuestro nuevo hogar. Pude conseguir las llaves con un depósito de seguridad que mis padres me dieron. Discutí con ellos al respecto, pero sabía que no podía hacerlo sin su ayuda. El pequeño ahorro que tenía lo gasté en las tasas de admisión, pero aún tenía que pagar por mis clases. Cali me ayudó a conseguir un trabajo en el lugar donde ella trabajaba. Ni siquiera tuve que ir antes para que me contrataran. Aparentemente, necesitaban desesperadamente ayuda y mi falta de habilidades no importaban. El apartamento no era bonito en absoluto, pero era lo suficientemente barato debido a la zona. "En desarrollo", como cariñosamente lo dijo mi papá. Dos habitaciones pequeñas y un baño eran más que suficientes para Emmett y para mí. El apartamento solía ser una especie de almacén y me gustaba el diseño de planta abierta, porque me recordaba vagamente a la cabaña. Se sentía moderno aunque no lo fuera. Sabía que dejar el lugar más abierto era más barato que construir nuevas paredes e instalar aislamiento. —Este lugar se va a poner frío en invierno —manifestó mi papá. Se acercó a las ventanas y golpeó una—. Volveré y veré qué puedo hacer antes de eso. Mi mamá miró a su alrededor, con una mezcla de tristeza y orgullo en su rostro. —Bueno, esto no está mal, no está tan mal en absoluto —dijo frunciendo el ceño ante algunos parches de ladrillo expuestos que obviamente no eran una elección de estilo, pero a mí me gustaba. Lograba que el lugar se sintiera industrial, algo que la gente pagaría por imitar. —Lo haré acogedor, agregaré algunas cosas bonitas para que no sea tan austero —declaré mirando las paredes blancas y lisas. —Emmett —lo llamé mientras él correteaba por la cocina y la sala de estar—. ¿Quieres ver tu habitación? Se detuvo antes de correr hacia mí. —¿Tengo mi propia habitación? —preguntó y sus ojos brillaban. —Así es —Asentí, extendiendo una mano que él tomó de inmediato—. Todavía no tiene nada, pero pensé que podrías decidir qué te gusta. Incluso pintarla. Sus ojos estaban abiertos de par en par, y eso me hizo sentir que estaba haciendo algo bien.  _ _ _ _ _ Estaba emocionada por mi primer turno en el restaurante, cafetería, lo que sea, pero también molesta porque me impedía ir de compras para obtener muebles. Mis padres estaban llevando a Emmett para encontrar algunas piezas de segunda mano para llenar el espacio. No me importaba cómo se veía, pero sentía que era un momento en el que debería estar presente. —¡Ding dong! —dijo Cali golpeando el marco de mi puerta principal abierta. —¿Cómo...? —comencé a preguntar. —Me enviaste tu dirección por mensaje de texto y dejaste la puerta sin llave —respondió con una sonrisa. Entró y observó el lugar con las manos en las caderas— Gran espacio, realmente grande para esta zona. No podía decir si estaba bromeando. —Vamos —Asintió con la cabeza hacia la puerta—. No quiero que llegues tarde a tu primer turno. Salió caminando delante de mí. Agarré las llaves, luchando con la cerradura desconocida. La cafetería estaba a unas cuadras de distancia. Cali me mostró dónde vivía, y era unas cuadras más allá a donde Emmett iría cuando yo estuviera trabajando. Tenía una niñera para el verano, ya que la escuela de juegos de su hija ya había terminado. Dividir los costos sería mucho más barato que una guardería, incluso si pudiera haber encontrado una con disponibilidad. Lo tomé como una señal. Cali era mi hada madrina, tal vez un poco oscura, pero ella apareció y no solo me ofreció un trabajo, sino también una solución para Emmett. Esperaba que esto fuera, quizás la Diosa de la Luna diciéndome que no me había olvidado por completo, y quería creer que no lo había hecho. Era un milagro que todo estuviera a poca distancia caminando. Mi universidad estaba a unos treinta minutos, la cafetería a diez y Cali a otros diez después de eso. El transporte público era genial hasta cierto punto, pero Cali advirtió que no siempre era confiable, y de todos modos no me importaba caminar.  _ _ _ _ _ Mi primer turno en el trabajo fue un torbellino. No pensé que sería tan difícil mantenerme al día con todo. Fue mucho correr de un lado a otro, y luego volver corriendo, tratando de llevar cosas y recordarlo todo. Me sentí física y mentalmente exhausta después de eso. —No siempre es así. Durante la semana, tenemos un ajetreo en el desayuno y el almuerzo, pero aparte de eso, está bastante tranquilo —dijo Cali mientras yo pasaba junto a ella y dejaba algunos platos en la cocina—. Siéntate. Diría que has terminado por hoy. Me quité el delantal rosa, agradecida de poder llevar algo n***o debajo. Cali llevaba un vestido n***o hasta las rodillas, pero estaba nerviosa de que algo así se subiera demasiado, así que saqué una camisa de manga corta y unos vaqueros negros que había guardado hace mucho tiempo. —Aquí tienes —dijo Cali entregándome un sobre marrón. Lo abrí con los ojos bien abiertos. Ella se apoyó en el mostrador frente a mí—. No es mucho, parte de mis propinas por ayudar, y técnicamente te pagan por hora durante el entrenamiento, pero... Encogió los hombros. —Gracias. Lo metí en mi bolsillo. El dinero, aunque ella no pensara que era mucho, era más de lo que esperaba. Si pudiera aguantar esto durante cinco o seis turnos al menos, podría pagar el apartamento y mis clases. Sería ajustado, pero podría hacerlo. —Nuestros turnos serán los mismos por ahora. Hice que fuera un requisito con el jefe. La mayoría son turnos de día después del ajetreo del desayuno. Deja a Emmett en mi casa y podemos venir juntos aquí. Asentí, pero aparté la mirada. —Mira, entiendo. Va a ser difícil tenerlo lejos de tus padres cuando es todo lo que ha conocido, pero tiene que entrar en una rutina —habló ella. Mis ojos volvieron rápidamente hacia los suyos mientras mordía mi labio. Ella tenía razón. Sería difícil, más difícil de lo que nunca pensé que sería, pero estaba haciendo esto por él, por nosotros, y eso lo haría valer la pena.  _ _ _ _ _ Me dejé caer en la cama, bueno, en el sofá. Mis padres me sorprendieron con nuevos colchones para Emmett y para mí. Estaba emocionada, sinceramente. Dormir en el colchón viejo de no sé quién, no me parecía correcto, especialmente para mi hijo. Emmett estaba profundamente dormido en su cama, y ellos estaban durmiendo en mi habitación, aunque insistí en ello, pero mi mamá aún preparó el sofá con sábanas limpias y almohadas nuevas. Me quedé dormida en cuanto mi cabeza tocó la almohada.
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