Como pocas veces lo hacía, Thianya durmió desde las siete de la noche del día anterior hasta las diez de la mañana del día siguiente. Otra cosa extraña fue que no bajó de su habitación, y por insistencia de sus guardaespaldas, quienes tenían acceso a su alcoba, aceptó comer algo.
— Señorita Sparks, por favor, hágalo al menos por el bien nuestro… Hemos dicho que usted está cansada, por eso se ha quedado encerrada, pero al menos coma, porque si no lo hace, entonces nuestras cabezas rodarán. — Persuadía Esteban a Thianya.
— Esteban… Orestes… De verdad, no tengo ánimo de comer… Pero haré mi mejor esfuerzo, y lo que deje cómanselo ustedes. De veras que no tengo hambre. — Propuso la señorita.
Así como dijo Thianya lo hicieron. Ella comió un poco de huevo a la sartén y una lonja de pan tostado, sólo el jugo de fresas se tomó completo. Lo demás lo dejó en el plato sin siquiera tocarlo, lo que sobró Orestes se encargó de comérselo.
A Kiarah le había sorprendido que su hija, una que volvía de cada una de sus andanzas de fuera de la ciudad hubiera llegado tan decaída, y a pesar de que quiso indagar sobre lo que fuera que había pasado con ella por sus recorridos de esta última ocasión, tanto su amiga del alma como sus guardaespaldas, eran fieles con aquella muchacha.
>> Voy a necesitar tener a esa muchacha bajo vigilancia… Esos cambios de humor son alarmantes, y eso podría jugar a mi favor… ¡Señor Masters!
Fue el llamado de atención cuando Jake se quedó con la línea telefónica cuando comenzó a pensar en la nada.
— Perdón, Marcelo… ¿Qué me decías?
— Al parecer la señorita Sparks se citó en un café bastante casual con Hams, pero no luce como si estuvieran hablando de algo con fines personales, digo, — Carraspeó Marcelo, — De índole íntimo, señor.
A Jake le pareció extraño que Clide Hams estuviera en Carcomel por simple casualidad, así que la curiosidad le picó más de lo que él hubiera querido.
— Necesitas averiguar que hace Hams en Carcomel, Marcelo. ¡Ahora mismo! No pierdas a ese vividor de vista, ¿Entendido?
Antes de que Marcelo pudiera dar su respuesta, Jake le cerró la llamada. Inmediatamente llamó a Esteban para saber qué estaba sucediendo.
— Esteban, ¿Podrías decirme que carajo debe estar hablando tu jefe con Clide Hams?
A Esteban le sorprendió en gran medida que Jake estuviera llamándolo y refiriéndose justo lo que la señorita Sparks estaba haciendo en ese preciso instante.
— No tengo ni la más remota idea de lo que deban estar hablando, y conociendo a la señorita Sparks, ella sólo está conversando casualmente con ese tipo. Y por lo que acabo de oír, usted está siguiendo a la señorita o tiene a algún rastreador tras los pasos de mi jefe… Créame que a ella no le va a gustar una noticia de ese calibre, señor Masters.
Jake sudó frío cuando escuchó a Esteban, pues no quería que Thianya se enterara de algo así, pero rápidamente se puso a pensar.
— Sabes que puedo presentar pruebas de que ustedes no vienen precisamente a cuidar de Thianya cuando andan de juerga cada fin de semana… Sería un escándalo descomunal si se sabe las actividades en la que anda su jefe y sus guardaespaldas.
Esta vez fue Esteban que tuvo que quedarse impávido en su lugar.
Mientras tanto, Clide y Thianya continuaban una conversación que habían empezado hacía un ratito.
— Gracias… — Dijo Clide para recibir las batidas que habían pedido. — Entonces crees que te enamoraste de Masters, Thianya. — Enunció el chico afirmándolo ella con la cabeza.
— Lo peor es que creo que aunque se lo diga, el muy perro no lo va a admitir. Su orgullo es demasiado grande para apreciarme como un buen partido, además con esta maldita marca de un jodido hombre sin rostro, que cada vez que a él le da la gana de tener intimidad, yo tengo que padecer como si tuviera una intoxicación o el peor de los malestares… ¡Estoy harta, Clide! — Se quejaba Thianya.
— Si quieres te puedo ayudar a encontrar al hombre ese que te marcó, si eres su compañera de vida, debe responderte, y a tu familia. Mientras tanto, puedes seguir con tu vida y aguantar la presión de sus infidelidades y serle infiel tú también, porque creo que no puedes rechazar a un licán que no sabes quién es. Una jugada cobarde, pero bien pensada. — Elogiaba Clide.
— ¡No aplaudas las estupideces de ese sin rostro! En cuanto a ayudarme a averiguar quién es, te estaré avisando, Clide... Debo irme… Me encantaría atenderte como se debe, pero aquí en Carcomel tengo que portarme bien. A veces tengo la sensación de que me están vigilando, y desconfío hasta de mi sombra en esta ciudad. — Evidenció Thianya.
— No te preocupes, por eso Thianya. Cuando quieras contar con un buen amigo para hablar, yo estaré ahí si así lo quieres.
Sin más, Clide Hams se despidió de Thianya sin hablar de otro particular.