CAPÍTULO DIECIOCHO Gwendolyn iba por lo alto, en el aire, mientras montaba en el lomo de Ralibar, sosteniéndose con fuerza, como hacía siempre que lo montaba, intentando predecir su temperamento impredecible. Ralibar entraba y salía de las nubes, subía y bajaba, resollando, a veces incluso arqueando la espalda. Era la criatura más decidida y temperamental que había conocido, y podía sentir sus emociones dentro de él. Gwen se sentía honrada de que Ralibar le dejara montarlo. Ella había descubierto, lunas atrás, su afición por ella. Cada vez que Thorgrin montaba a Mycoples, Ralibar se ponía celoso y territorial y resollaba y chillaba hacia Thor, tratando de alejarlo. Ralibar y Mycoples se mantenían a distancia uno del otro, y se había puesto progresivamente peor — hasta que un día, Gwendo