La Venganza de un Millonario

Soy un ingeniero industrial, recién graduado, tengo veinticinco años de edad, soy hijo único de una familia cómoda financieramente, mi padre es un hombre que se ha dedicado de alma y corazón a su familia para que nada nos falte. Él es dueño de una cadena de supermercados, su idea principal era que yo construyera mi propio impero, siempre me lo decía de esa manera. Mi madre es una santa, ella padece de asma crónica, siempre se mantiene abrigada para no empeorar su situación, está en manos de médicos, mi padre es un roble, un hombre sano en toda mi vida. Rara vez lo he visto enfermarse, hoy en día residimos den Nueva York, estoy por entrar a una firma de ingenieros, tengo unos proyectos que voy a llevar a cabo. Todo era perfecto, tenía, amigos y colegas que me motivaban a seguir con mis sueños, aunque mi padre necesita ayuda con la administración de sus supermercados, ya que está por expandirse al extranjero, le ayudo con lo que puedo. Ya quiero emprender con mi proyecto, sin saber que de la noche a la mañana todo cambiaria para mí. Alquilamos un edificio donde opera mi padre, los supermercados, yo tengo una oficina ahí donde llevo el control administrativo de sus entradas y salidas. El día marcha de lo más tranquilo, un día como cualquier otro, hasta que la secretaria de mi padre entra agitada y con su rostro de horror. —Señor, es su padre. —En cuanto dijo eso, Salí rápidamente y corrí hasta donde él se encontraba. —Padre, que tienes. —Lo veo en el suelo, está teniendo un ataque— Llama a emergencia, que se apresuren. Le doy los primeros auxilios mientras llagan los paramédicos, yo le sigo hablando, él me mira fijamente, en eso entran ellos y lo atienden de inmediato. Lo suben a una camilla, me voy detrás de ellos, me subo a la ambulancia, les digo que lo lleven a una clínica privada, la más cercana. Al llegar de inmediato lo ingresan, no me dejan entrar. Decido no decirle a mi madre porque ella podría empeorar de su salud. La espera fue nefasta, sentía que las horas pasaban en cámara lenta, en eso miro a una enfermera salir de inmediato, le pregunto sobre la salud de mi padre, lo único que me dice es que el doctor Segura es quien lo atiende. Cuando ella se va me voy al tablero de doctores, busco ese apellido, Dr. Alejandro Segura, médico cirujano. Me siento más tranquilo, es una persona capacitada, espere alrededor de siete horas. —Familiar del paciente, Rodríguez. —Soy su hijo. —Lo lamento, su padre no resistió la anestesia y ha fallecido. —¡Disculpe! ¿Qué ha dicho? —Me recuesto en la pared. —Su padre, murió cuando era intervenido. —No entiendo, como que se quedó en la anestesia, mi padre es un hombre sano, esto no es posible. —¡Lo lamento! Su padre no resistió, lamentamos su perdida. —¡Exijo hablar con el médico a cargo! —Él se ha retirado, venga conmigo, para que llene unos documentos. —¿Cómo que se ha retirado? Mi padre no es un animal para que no le tomen importancia su muerte. ¿Qué le diré a mi madre? Me entregaron su cuerpo en la morgue, hice todos los arreglos para llevarlo a una funeraria, avise a sus amigos, luego llegue a casa a enfrentar lo más duro. Entre a la casa mi madre como siempre sale a recibirme, me ve llegar solo, cosa que no acostumbro, siempre lo llevo a él a casa y si me toca salir los dejo a ambos en casa. —¿Tu padre? —Madre siéntese. —¿Por qué tienes tus ojos llorosos? —Todo fue tan rápido, mi padre tuvo un ataque y en medio de la operación murió. —Eso no es verdad. ¿Dónde está tu padre? —Está en la funeraria. —No, no es cierto, esto no está pasando, Dios santo. —Ella se empezó a sofocar, tuvo un ataque de asma, corrí a buscar su inhalador, pero cuando regrese a la sala ella está en sofá, tendida, sin vida— Mamá, no me asustes, aquí está su inhalador, por favor viejita respóndame. Ese día no tuve un velorio, sino dos velorios, mi viejita se había unido a él, las personas me consolaban, pasé toda la noche velándolos, hasta que saliera el sol, después les di cristiana sepultura, en ese momento todos mis sentimientos fueron enterrados con ellos. Todos me daban su apoyo. Mi exnovia también fue al cementerio, ella se había encariñado con ellos, lo nuestro lamentablemente no funciono, nuestros ideales eran diferente. —Héctor, lo lamento tanto, sabes que yo lo apreciaba. —Gracias, Clarisa. —Sabes que cuentas conmigo para lo que sea, ya estoy casada, pero mi esposo sabe de mi aprecio hacia tus padres. —No te preocupes, estaré bien. Me encerré en la casa por dos largas semanas, ese era mi duelo, baje todas las fotos, todos nuestros recuerdos, mi corazón no podía creer que ellos me habían abandonado, recogí todo y lo empaque, alquile un depósito para guardar sus cosas. Decidí vender la casa, era demasiado grande para mí, compre un apartamento de lujo y me mude a las dos semanas, la casa rápidamente tuvo clientes interesados en ella. Vendí la casa, a la semana de ponerla a la venta, los supermercados siguen en pie, mi sueño va a tener que esperar, por los momentos haré que crezcan los negocios de mi padre, en honor a su esfuerzo. Después de dos meses, internándome en el trabajo para no pensar en ellos, aunque eso era imposible. Cada cosa me recordaba a ellos. —Señor, hay una persona que quiere hablar con usted. —¿Quién es? —Dice ser un amigo suyo, se llama Jaime. —Lo es, dígale que pase. —Fuimos compañeros en algunas clases, su carrera era medicina. —Héctor, tanto tiempo sin verte. —Lo mismo digo. Me alegra verte, deberás. —Pues, lo que vengo a decirte es algo muy delicado. —¿A qué te refieres? —Estoy de novio de una enfermera de la clínica Valladares, ¿No sé si la conoces? —Para mi desgracia, si la conozco, fue donde mi padre murió. —No sé cómo decirte esto, pero mi novia inocentemente me confesó que doctor dueño de la clínica opero a tu padre, en estado de ebriedad. —¿Qué estás diciendo? —Dice mi novia que el anestesiólogo le decía que mejor asignara otro doctor, porque no estaba en condiciones para atenderlo, al final termino echando de la sala de operaciones al anestesiólogo y el mismo le puso la anestesia a tu padre. Según el anestesiólogo puso más de la medida establecida para el paciente. —¿Qué Diablos me estás diciendo? Perdí a mi viejo por una negligencia médica. —Estás en todo tu derecho de demandarlos, mi novia te puede servir de testigo si lo deseas. —Ese maldito doctor Segura mato a mi viejo y de paso se llevó a mi madre también. —Estoy furioso, como puede alguien cometer tal crimen detrás de una bata blanca, mi viejo hubiera resistido esa operación, ¡Te maldigo! —Tú decides si procedes legalmente. —Eso no tiene chiste ahora, no me los devolverá, ahorita estoy en shock, no puedo pensar con claridad. Gracias por decírmelo. —Te conozco y conocí a tus padres, la verdad no se merecía esto. —Deberás muchas gracias. A partir de ese instante me dediqué a saber todo de ellos, hice producir mis negocios a modo de convertirme en alguien importante, alguien con mucho dinero que pudiera comprar lo que sea. Ese monstruo tiene una hija que está por cumplir sus dieciocho años, es la niña de sus ojos, la cuida como a nadie, al parecer todos sus hijos son profesionales, solamente ella estudia en casa. He seguido sus pasos, tengo hombres que lo vigilan día y noche, tanto en la casa como en la clínica, él es un hombre de buen estatus social, ha progresado mucho en su negocio, ha fundado dos clínicas más. Cuando lo miro en los periódicos de inmediato los estrujo, él tiene éxito mientras mis viejos se pudren bajo tierra, lo odio que quiero hacerle pagar con lo que quiere.