Solo nuestra hija

1117 Words

Marina no paraba de temblar y se escuchaba el sonido de la taza al chocar con la cucharilla, era el cuarto café desde que se había ido Raúl, todas las teorías que su cabeza le daba eran malas, algún socio de Dominico o tal vez había recordado a la mujer que besaba y estaba con ella recuperando el tiempo perdido, en este segundo caso, aunque dolía, se alegraría de que al menos estuviese bien. Escuchó como se abría la puerta de entrada, no tardó en llegar allí. —¡Raúl!, ¿dónde estabas?— le preguntó preocupada. El hombre se tambaleaba, aún con el alcohol recorriendo sus venas. —¡Y a ti que te importa!—le contestó con brusquedad mientras se sujetaba en el respaldo del sofá. Marina se quedó callada ante su actitud agresiva. —¿¡Te vas a quedar ahí mirándome!?, ¿¡es que a acaso estabas espe

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