Marina subía las escaleras a su piso mirando los baldosines y sonriendo, no esperaba lo que había pasado esa noche, Enrique era...diferente, tierno, con los pies en la tierra y tranquilo. Entró en su piso, se quitó los zapatos y se tiró al sofá recordando el beso, tan diferente también, aunque seguía sintiendo algo muy intenso por Raúl, había sentido también atracción por Enrique, que vendría después, no lo sabía. Raúl llevó por la mañana a Valentina a ver una casa, la mujer de la inmobiliaria les enseñó cada detalle, haciendo su trabajo con eficiencia. —Bueno, ¿qué te ha parecido?—le preguntó al hombre. —A mi me gusta, ¿y a ti, princesa? —¡Me encanta!, ¿tendremos piscina papi?— preguntó la niña mirando el enorme jardín. —¡Claro que sí! —respondió este cogiéndola en brazos—.También es