La pastelería se llamaba Vesubio, y a pesar de tratarse de un local pequeño, había sido decorado con mucho amor y buen gusto. Eso fue lo primero que atrajo a Sara la primera vez que entró. Le transmitió la sensación de que sus dueñas le habían puesto mucho empeño a este emprendimiento. Y lo mejor fue descubrir que Vesubio no era solo una buena presentación, realmente había cosas muy ricas para probar. A Sara no le gustaba abusar de las comidas dulces o con tanto valor calórico, pero estaba antojada de probar Chajá, un postre típico de Uruguay que estaba ganando mucha popularidad en Argentina, y que su vecina Amelia se lo había recomendado. Al entrar al local le sorprendió que estuviera completamente vacío, y no… no se trataba solo de la ausencia de clientes. Ni siquiera las propietarias e