Carolina lo tenía todo controlado puesto que un cuarto de hora más tarde Rafael, su supuesto novio, llamaba a la puerta. Lo abrió manteniéndose en braga que el joven la bajó hasta las rodillas en cuanto entró y cerró la puerta para, acto seguido, sacar al exterior, a través de la bragueta del pantalón, su estrecha pero larga y puntiaguda polla que restregó en la desnuda seta de la muchacha mientras la besaba apasionadamente en la boca, la apretaba las tetas con sus manos y cuándo sus labios se separaban, la recordaba lo buenísima que estaba. Un poco más tarde la puso sus manos en la masa glútea y la obligó a mantenerse fuertemente apretada a él y a restregarse mientras frotaba su “delantera” en su torso diciéndola que quería que le estimulara de aquella forma lo que debió de conseguir con