Candelas y Verónica pretendían disfrutar de un verano loco a mi lado por lo que cuándo estaban conmigo permanecían más tiempo en bolas que vestidas mientras que a Iris, además de darme muchísimo gusto con la felación que me efectuaba al mediodía, no tardé en comenzar a trajinármela todos los días por la noche después de conseguir mi compromiso de limitarme a echarla dos polvos y una meada dentro del chocho tras darla mi primera lechada mientras hacíamos un sesenta y nueve ó me realizaba una cubana con mi v***a colocada en su canalillo y manteniéndola bien apretada con sus tetas. Los sábados y ocasionalmente algún viernes, por la noche nos agradaba desfondarnos manteniendo una actividad s****l tan sumamente intensa y larga como la que, las dos primeras veces, habíamos llevado a cabo en mi d