Tocó el timbre y esperó. No hubo respuesta. Volvió a tocarlo dos veces más hasta que la puerta se abrió.
Hakim apareció imponente, su pecho torneado quedó frente a Sara. Estaba completamente desnudo, su v***a colgaba como una anaconda en reposo.
—Uy, perdón. ¿Te desperté?
—Sí, pero no pasa nada. Tendría que haberme despertado hace una hora. No me gusta dormir tanto. Siento que desperdicio mi tiempo.
—En eso somos iguales. ¿Puedo pasar?
El senegalés se apartó y cuando ella estuvo adentro cerró la puerta. Sara comenzó a sospechar que Hakim no era como el resto de los hombres. A pesar de que ella tenía puesto un short cortito y elastizado que le marcaba mucho las nalgas, él ni siquiera intentó mirarle el culo. En cambio ella miró de reojo esa gran v***a negra, venosa e imponente.
—¿Te m
