Esto me recordaba a una anécdota que Camila me había contado pocos meses después de ponernos de novios. Había ocurrido en la agencia de autos en la que ella trabaja. Una vez que organizaron la fiesta de despedida de año, ella era más joven e ingenua y era nueva en su empleo. La agencia era pequeña, contaba con un dueño, tres empleados varones y ella, como la única mujer. Celebraban unas ventas muy buenas en los últimos meses, a pesar de que casi nadie compraba autos a fin de año. Cuando terminó el turno de la tarde se quedaron los cinco a cenar y brindar en el local. Conocía la historia de memoria porque Camila me la había contado miles de veces y yo me calentaba muchísimo cada vez que lo hacía y fue uno de los motivos por el cual me aferré tanto a ella. En el trabajo ella debía vestir una