— Uf, sí, estaba tremenda con ese atuendo medio desnuda. — Pues ella se dejó abrazar por mí, sintiendo mis manos jugando con sus pechos y luego fueron bajando hasta su tripita, para más tarde alcanzar su pubis recién rasurado. — ¡Joder, cómo me hubiera gustado ver eso! — Tranquilo tío, que tendrás tiempo de hacerlo. Ya he quedado que vamos a repetir en mi apartamento. — Bueno, sigue, sigue... — dije yo sin querer interrumpir demasiadas veces. — Después le di la vuelta y me abracé a ella por delante. Nuestras bocas se unieron al instante y la tía viéndose libre sin que tú estuvieras cerca, se entregó a mis besos y caricias. Mi sobrina disfrutaba relatándolo y creo que se excitaba en el recuerdo. — Me resulta tan difícil de creer