Me acosté en mi escritorio y gemí. Se suponía que Carter estaba en camino hace algún tiempo. Ahora mis otros pacientes tendrán que esperar cuando él llegue.
Tenía ganas de llamarlo, pero no lo hice. ¿Sabes qué? Joder.
Sonó tres veces antes de que respondiera.
—¿Hola? —Él respondió.
—Oye, llegas tarde —Dije.
—Lo siento mucho —se disculpó.
Suspiré.
—Vale, lo estoy reprogramando tu cita.
—Está bien, gracias.
Colgué.
Odio cuando la gente llega tarde, eso demuestra que no te importa y es un cintura del tiempo. Me levanté y abrí la puerta de mi oficina. Caminé por el pasillo con mi boletín hacia la sala de espera.
—¿Hazel y Shani? —Llame. Un hombre y una mujer se pusieron de pie y sonreí.
—Justo por aquí —murmuré, mientras caminaban detrás de mí.
Entré en mi oficina y cuando entraron la cerré detrás de mí.
Ambos se sentaron en el sofá mientras yo me sentaba en mi silla.
—Buenos días Hazel y Shani. ¿Cómo puedo ayudarlos hoy? —pregunté.
Ambos empezaron a hablar juntos. Suspiré. He pasado por esto
ya. La última vez que tuve tuve que gritarle a la pareja. Pero desde estos pacientes son nuevos, yo no podría hacer eso.
más fuerte. Se bajaron bastante y me recosté y dejé escapar un suspiro de alivio.
—Oigan —dije. Pero siguieron hablando—. Oigan. Oigan. ¡Oigan!
—Mi esposa Shani y yo hemos estado juntos durante unos dos años y medio. Tenemos gemelos, un niño y una niña. El problema es que Shani me trata como ¡polvo! Actúa como si yo no pudiera cuidar a mis hijos como ella. No solo que pero el día del parto de mis hijos ella me echo!
—Hazel. Continúa —ordené.
—Eso es porque la última vez que te dejé abrazar a Tracy la dejaste caer!
Shani gritó.
—Disculpe, pero no habrá gritos durante esta sesión —le pedí en tono tranquilo—: Continúa Hazel.
—Ella cree que necesitamos el divorcio. O es eso o no me deja
tocar a MIS hijos si no lo hacemos.
—¡También son míos, Hazel! —Shani exclamó un poco fuerte.
Ambos empezaron discutiendo. DE NUEVO.
Ya me estaba agravando.
—¡¿Están teniendo sexo ustedes dos ?! —grité sobre sus voces. Parecieron calmarse cuando dije eso.
—No. —Ambos respondieron.
—Ahí vamos. La respuesta a todos los problemas es... el sexo.
Hazel se rió entre dientes y Shani también.
—Pero Shani, tengo que decirlo. Esto es un poco duro. A pesar de que dejó caer a su hijo una vez, no significa que lo hará siempre.
Te ayudó a crear esos niños. Si no confías en él con ellos solo en caso de que tengan un accidente, puedes estar en la misma habitación como él —razoné, tratando de hacer que se comprometiera.
—Eso es realmente una gran idea —Shani respondió sonriendo.
Asentí y Hazel sonrió también.
—Dejé caer a nuestra hija ... Pero no volverá a suceder.
Ambos se sonrieron y se dieron un beso en los labios. Sonreí y aplaudí.
—Siento haberte tratado tan duramente —se disculpó Shani con Hazel—. Lo siento, cariño.
—Fantástico —afirmé.
—Muchas gracias Doc. —Ellos dijeron.
Sonreí.
—Me alegro de haber podido ayudar.
Se levantaron y salieron. Cerré la puerta detrás de ellos, entonces comencé a hacer mi baile feliz desde que se fueron.
Recogí mi teléfono y llamó a Jayson. Respondió al cuarto timbre.
—Hola, cariño —saludó.
—¡Hola! Oye... necesito que pases por un poco de leche. ¿Está bien?
—Sí, claro —respondió.
—Gracias, Jay.
—No hay problema.
Colgó. Dejé mi teléfono. Ya tenía siete pacientes por día y
Carter lo arreglará en unos pocos. Justo cuando pensaba en él, Carter abrió mi puerta.
—Hola Doc —saludó.
—¿Eres Carter o el doctor? —le pregunté. Eso lo hizo reír y cerró la puerta detrás él, luego se sentó.
—Así que dime —pedí, ansiosa.
Él rió entre dientes.
—Eso fue lo mejor sexo que he tenido —Confesó.
Me reí y aplaudí.
—¡Estupendo! —lo felicité.
—Ella también me dijo eso esta mañana. La píldora no desapareció hasta esta mañana. Por eso llegué tarde —se excusó.
Esto trajo una sonrisa a mi rostro.
—Fantástico.
—Ella está todavía enviando los papeles del divorcio —confesó.
—¿Qué? —Mi sonrisa se convirtió en un ceño fruncido.
—Ella ya se mudó —susurró.
Suspiré.
—Espera, ¿hay más problemas? —le pregunté, confundida.
Él asintió con la cabeza.
—Ella trabaja en una peluquería del centro y chismorrea mucho, según mi hijo —respondió.
—¿Qué dice ella?
—Cosas negativas, Doc. Siempre son cosas como: «me ha estado engañando», «él sólo tiene su trabajo para salirse con la suya teniendo sexo»; cosas como esa. Y me molestan, en serio. Especialmente porque no hagas esas cosas.
—¿Tu hijo vuelve y te dice lo que dice? —pregunté.
—Sí, él lo hace.
—Eso es horrible.
—Sí, lo sé. Solo quiero que todo esto acabe, Doc.
—¿Cuál es la dirección de la peluquería? —le pregunté.
Me dió la dirección, yo lo escribí en mi libro. Podría ir allí este sábado. Solo para conseguir una demostración de lo que está hablando y porque además mi cabello necesita una permanente.
—¿Cuántos años tiene tu hijo?
—Él tiene 8.
—¿Cuántos años han estado juntos usted y su esposa?
—Uh, 21 años de casados —parecía incómodo con eso.
—¿Te casaste a los 17 años? —le pregunté, porque saque cuentas mentalmente.
Él asintió.
—Bueno, eso es demasiado para un divorcio —apunté.
Él asintió.
—Estoy profundamente enamorado de ella, pero ella y esas mentiras... me disgustan.
Suspiré.
—Te ayudaré entonces —anuncié.
Cuando dije eso, una gran sonrisa apareció en su rostro.
—¡Estupendo! —Él miró su reloj—. Tengo un paciente en unos minutos pero muchas gracias.
Dicho esto, comenzó a levantarse.
—Oye, es mi trabajo —respondí.
Carter solo sonrió, estrechó mi mano y se fue. Cerré mi puerta.
«No más pacientes...», el solo pensamiento me hizo hacer mi baile feliz.
Como terminé temprano, decidí conducir hasta el trabajo de Jayson, yo estaba ya estacionado y me acerqué. He trabajado aquí con Jayson, así que todos me conocían.
—Buenos días Sandra —saludé con una sonrisa amigable.
—Buenos días, Bee. Él está en su oficina ahora mismo.
—Gracias —respondí, caminando por los pasillos y entrando en su oficina.
Entré, él ni siquiera me vio allí. Me apoyé en la puerta y solo lo miré trabajando.
Levantó la cabeza y me sonrió quitándose sus lentes.
—Hola, cariño —saludó.
Yo por mi parte, con una sonrisa cerré la puerta y fui alegremente a su escritorio.
—Estaba a punto de llamarte —confesó.
—Bueno, ahora no tienes que hacerlo, estoy aquí cariño.
Me sonrió un poco más alegre y caminó hacia mí apretándome
a muerte.
Lo amo tanto. Me dio un beso en los labios tres veces. Me sonrojé inmediatamente después de esto, amaba ese lado tierno de él.
—Si hubiera visto cómo te fuiste a trabajar hoy, te habrías tenido que cambiar, eso seguro.
Me reí, con una ceja alzada.
—¿Para qué? —pregunté.
Él rió entre dientes.
—Por nuestras razones.
Él sacó mi cabello de su cola de caballo haciendo que aterrizara sobre mis hombros y espalda.
—Te ves aún más hermosa así.
—Gracias, adoro cómo estás vestido. Todo un sexy hombre de negocios —Lo felicité. Él sonrió.
—Gracias, B. Es solo para ti —me guiñó un ojo.
Le regale una media sonrisa algo tímida. Él se sentó, llevándome consigo, por lo que yo me senté encima de sus piernas.
—¿Dónde está Yolanda? —pregunté, mirando alrededor. Normalmente estaba por ahí.
Ante eso, solo se encogió de hombros.
—Ella no vendrá a trabajar hoy —respondió.
—Vaya, espero que esté bien.
—¿Recuerdas cuando eras mi asistente? —preguntó cambiando de tema.
Me reí entre dientes y lo miré asintiendo con la cabeza.
—Sí.
—Renunciaste y tuve que cambiar de secretaria.
—Renuncié por los rumores —me defendí.
—Te preocupas tanto por lo que la gente piensa que no te quedaste con tu felicidad.
—Sí, lo hice. Te retuve —reflexioné con un dedo en mi barbilla.
—Bueno, tengo bastante honor —depositó un beso ahí en mi mentón.
Rodé los ojos.
—Nuestro sexto aniversario es en dos más semanas —susurró.
— Sí, y todavía no estábamos casados —le fruncí el ceño.
—Dame tiempo, mi amor. Sabes que lo haremos —prometió.
Asentí.
—Solo quiero ser la Sra. Renald...
Él rió entre dientes.
—Yo quiero que ese sea tu apellido también. Y eso será muy pronto.
Apoyé la cabeza en su pecho, Jay comenzó a escribir algo en sus papeles.
—Está bien —accedí. Yo estaba de pie, así que me senté a su lado para que pudiera terminar su trabajo.