¿Y ahora qué pasa, eh?(5)

1764 Words
—De hecho...— admitió viendo como el rotulador giraba en su mano, costumbre que tenía de hacia años, cuando le daba vueltas a los pensamientos —... Una vez que te ayude, puedes quedarte tranquila y hacer lo que quieras con eso. De todas formas, yo pensaba dejar las cosas aquí y no insistir en algo que no es ético. Break vió como él dejaba el rotulador sobre la mesa y se levantaba de la silla. No le cupo dudas de que aquello era un adiós. Hizo amago de detenerlo, en realidad no quería ese final. No entendía qué diablos estaba mal con ella. Pero ella no deseaba que él se fuera. Lo siguió por la sala, intentando atraparlo. Sabía que se veía patética. Ella rogando por un poco de amor a alguien que no tenía en vistas dárselo. Pero ahí estaba, haciéndolo. —¡Esperá!¡Hans!¡No te vayas!— le gritó suplicante alcanzando su muñeca — por favor. Me dijiste que te quedabas a dormir... Quedate, por favor... No quiero estar sola... Hans se detuvo en seco. Escuchaba como ella le rogaba, mientras por dentro sentía que, de todas las escenas absurdas que él había protagonizado en su vida, esa, era la situación más patética de todas. «¡Oh!¡Jodido infierno!¡No me la pongas más difícil de lo que ya es!» Se maldijo a sí mismo por no tener la fortaleza de carácter necesaria para acabar con todo el asunto. Sin embargo, recordó que, aunque no quisiera, tenía que volver al departamento de la IKAD. Al menos, para buscar uno de los tantos resúmenes que sabía que tenía. Aunque eso, en parte no era su problema, debía reconocer que no le parecía justo que ella se quedara sin la posibilidad de estudiar para ese exámen. Se le ocurrió un plan. Siguió caminando con ella colgada de su brazo. Ignorando las súplicas mientras avanzaba por el lugar en dirección a la puerta. Al llegar, puso la mano en el picaporte, notando como Break al fin cerraba la boca. —En realidad, lo que a ti te ocurre, es que no quieres estar sola...— reconoció mirando al frente siendo consciente de la mirada desconcertada de ella — Pues bien... te daré el gusto, así que sígueme y cállate... Así lo hizo, se dejó conducir en silencio hasta el coche y, de ahí hasta los departamentos de la IKAD. No hablaron en ningún momento, ni mucho menos dentro del ascensor. Dentro de ese cubículo, ella solo lo observaba con la cabeza gacha mirándolo de soslayo como él se mantenía de brazos cruzados. No sabía porqué lo había seguido, pero allí estaban. De pronto, él volteó a verla. Estiró su mano para tomarla por la barbilla y obligarla a mirarlo de frente. La besó, aplastandola contra la pared metálica del ascensor. La besó, rodeando su cintura con una mano para asegurarse que entre ellos no cabía ni un milímetro de espacio. —¿Sabes qué, Break?— susurró en sus labios para luego volver a besarla— Estás más loca que yo y esto no es un juego que te convenga intentar. Por eso quiero cortar con esto, para protegerte, aunque tú no lo quieras. Pero, al menos por hoy, te daré el gusto... Dicho esto, la volvió a besar, dejando que sus manos pasaran libres por su cuerpo. Sintió como ella llevaba los brazos a sus hombros y le correspondía. Él por su parte, hizo lo mismo al levantarle la pierna y dejar que se enredara con su cintura. Deslizó su mano por debajo de la tela de ese diminuto vestido. Acarició sus muslos, sintiendo como ella le correspondía al dejarlo hacer con su cuerpo lo que él quisiera. — Pará... Hans... Acá no...— pidió Break entre jadeos sintiendo como él se entretenía con su cuello.— ¡Hans! ¡Te dije que pares! No le hizo falta repetirlo, pues la puerta del ascensor se abrió de golpe. Habían llegado al piso donde él vivía. Lo vió sonreírle con malicia y se preocupó. Que Hans sonriera así, no podía indicar nada bueno. Él tomó su mano y jaló de ella para salir del cubículo, caminando unos cuantos pasos presurosos hacia el frente. Lo vió sacar una llave de su bolsillo e introducirla en la cerradura. —Entra rápido y haz el condenado favor de no hacer ningún maldito ruido... — le ordenó a la vez que jalaba de su mano para quitarla del pasillo— ... Recuerda que la encargada tiene un fetiche extraño con tocarme los cøjones por cualquier cosa. Mientras hablaba, no perdía tiempo en nada. Al entrar, cerró la puerta con doble llave y la dejó caer al suelo. El departamento estaba a oscuras y eso no le importaba a él. Jaló de Break atrapandola en el movimiento. Sin darle oportunidad a reproches, la volvió a besar. Esta vez, no podía decirle nada sobre hacerlo en lugares públicos donde pudieran ser vistos. Esta vez, no había excusa alguna para decirle que no. Le quitó el vestido y le bajó la ropa interior, para luego girarla y que ella quedara de cara a la puerta. Le separó las piernas a la vez que mordisqueaba su cuello y dejaba que sus manos inquietas se entretuvieran con esos p3zones 3ndurecidos. La tomó allí mismo, sintiendo la urgencia desbordarlo sin motivo alguno. La tomó allí mismo, embriagándose en la calidez de su entrada hvmeda. En sus gemidos ahogados que le rogaban que parase o siguiese con más fuerza. La tomó allí mismo, aprisionada contra la puerta, con una mano puesta en sus amplías caderas y los otra tirando de la gargantilla que antes era suya. Allí mismo, acabó dentro de ella, derramando su 3sp3rmæ en su interior, sintiendo como ella lo recibía y apretaba, hasta vaciarlo. «Me va a ser difícil no querer repetir estos encuentros cuando la vea en la academia...» Reconoció Hans intentando recobrar un poco de la compostura. Se abrazó a ella, dejándose caer sobre el suelo, llevándosela con él. Hundió la nariz en su hombro, como si estuviera intentando memorizar ese aroma a limpio que desprendía. Estaba más que seguro que le costaría demasiado hacer que entre ellos no había pasado nada cuando se tuvieran que ver en la academia. Decidido a no pensar más de la cuenta, intentó levantarse, el suelo le comenzaba a resultar un lugar incómodo. Pero ella se lo impidió, atrapándolo entre sus piernas lo tiró de espaldas para luego subirsele encima. Tal lo visto, Break no tenía ganas de terminar con el asunto. O eso quiso creer él mientras esa loca lo montaba sin siquiera preocuparse por su opinión. «Si ella quiere... Que me rompa la cadera con esos condenados sentones que me está dando. Lástima que no me dió tiempo a prender la jødida luz... Ha de verse hermosa así, tan... Pvtæ» Pensó divertido por la posibilidad de que eso ocurriera. En ese momento, nada importaba realmente. Nada que no fuera ese sonido acuoso que producía el entrechocar de sus caderas y los pequeños chillidos que ella soltaba al caer, empalada por su p3n3. En resumen, la noche, simplemente, se les fue en eso. Haciéndolo en cada rincón del departamento que tuvieran a disposición, como si ambos hubieran estado de acuerdo en darle un punto final a esa relación que nunca había comenzado como tal. Al día siguiente, él la acompañó apenas el alba despuntaba. No se dijeron ni una sola palabra. Quizás, solo fueron besos robados en pequeños momentos en los que él tuvo la oportunidad de parar el coche en un semáforo en rojo. Con eso le bastaba, no había más nada por decir. No obstante... —Ten... Si te sirven, me daré por satisfecho...— fue lo único que le dijo mientras le entregaba una copia de los resúmenes que ella había roto en la noche anterior.—¡No me vayas a decir que no los quieres! Porque mira que te los introduzco por la nariz. Break no dió ninguna objeción al asunto. A decir verdad, con las anotaciones o sin ellas, le hacía falta esos condenados resúmenes para terminar de estudiar. De modo que los aceptó, sin más. —Eh... Bueno... Gracias por su ayuda profesor...— se interrumpió al no saber cómo llamarlo dándose cuenta que no sabía nada de él— Che ¿Tu nombre? Al oírla, Hans le sonrió con malicia y cierta satisfacción. Ya no creía que tuviera sentido alguno ocultar esa información. No obstante, prefería jugar un poco, solo por ver su reacción. —.¿Qué dice el rótulo del resumen que te di?— preguntó como si tal cosa mientras encendía un cigarro. Ella entornó los ojos con desconcierto. Si mal recordaba, en esos resúmenes no había nombre alguno. Pero, al leer el rótulo de la primer página se llevó una gran sorpresa. —¿Me estás jødiendo?— exclamó incrédula al ver el sello original de un célebre profesor de historia universal irlandés estampado en la hoja —¿Me estás jødiendo? Ante esa reacción, Hans se echó a reír con desenfado. No, no era ninguna broma y ese era el motivo principal por el cual prefería mantener la distancia entre ambos. Por mucho que le doliese esa realidad, debía reconocer que, lo mejor sería que la ética laboral tomara las riendas de la situación. —No... Así que, ten cuidado con estos papeles. Te sugiero que los quemes apenas termines de estudiar — admitió con las manos en los bolsillos mientras caminaba por la calle desierta en busca de lo que quedaba de su celular —¡Oh!¡Aquí está! Dicho esto, se agachó para recojer algo del suelo. Break vió como él observaba su teléfono celular, que, milagrosamente, parecía estar intacto, luego, encogiéndose de hombros, se acercaba a ella y guardaba el teléfono en su bolsillo. —Como sea, Break... Te recomiendo que no lo divulgues y hagas de cuenta que tú y yo no nos conocemos cuando nos veamos en la IKAD. — Insistió sacándose el cigarro de la boca y besándola por última vez antes de volver al coche — La pasé muy bien anoche. Espero que tengas suerte en el exámen. Creo que estás calificada para esto, niña. Con esas palabras se despidió de ella, poniendo el auto en marcha y dejándola sola en la acera. Ella se quedó viendo como él desaparecía al girar en la esquina y volvió la vista resúmen, pensativa. Quizás, no tenía nada de malo aceptar su ayuda. Al menos, por esta vez.
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