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1058 Words
5 Caesar condujo en completo silencio, yo no comenté nada, no quería escuchar su voz, ahora lo único que me preocupaba era mi papá, sabía que iba a castigarme. — ¿Pequeña Chihuahua que pasa? estas muy callada — hablo Caesar. Yo voltee a verlo de inmediato, como se atrevía este infeliz. Me quite el cinturón de seguridad y empecé a golpearlo con los puños, Caesar empezó a protegerse con una de sus manos, mientras se reía. — Voy a chocar por tu culpa — Grito. Yo volví a sentarme y lo mire mal. — ¿Que? — Me preguntó. — Eres repugnante, un bastardo, viejo verde, te desprecio — Le dije con rabia. — ¿Por qué pequeña Chihuahua? — Me preguntó. Yo me quite el zapato y empecé a golpearlo en la espalda con el. — ¡No me digas así! — Le grite. — ¡Lo siento! — Dijo entre risas. — Eres peligrosa — Me dijo. Yo lo fulmine con la mirada. — No te metas conmigo o te irá muy mal — Le advertí. — ¿Mal en que sentido? Matarme dudo que lo hagas — Me dijo. Me recosté en el asiento y mire por la ventanilla, prefería mirar a la nada que ver su vieja cara. — Los chihuahuas son lindos — Me dijo. Yo voltee a verlo, él estaba mirando a la carretera pero se le notaba que estaba sonriendo, podía ver su hoyuelo. — No soy una puta mascota — Le dije con rabia. — ¿Estás segura de eso? — Me preguntó. Yo me quedé en silencio otra vez. — Ese silencio dice mucho — Me dijo. — Tu no sabes nada de mi vida, así que no te permito insinuar nada sobre ella — Le dije con rabia. — No insinuó nada, solo opino sobre lo que tú papá dijo — me dijo Él volteo a verme y me sonrió. — ¿Quieres saber que dijo tu papá? — Me preguntó. Yo lamí un poco mi labio inferior, quería saber pero a la vez no. — No me interesa — Le dije. Caesar sonrió. — Te lo diré de todas formas — Me dijo con malicia. — Es obvio que tu papá no te quiere, habla demasiado bien de ti, él está buscando al mejor postor para ti, aunque creo que te lanzaría a cualquiera que tenga algo de interés por ti, como por ejemplo, Félix — Me dijo. Yo puse cara de desinterés. — Eso ya lo sé, pensé que me dirías algo nuevo — Le dije. Caesar dejo de sonreír. — ¿no sientes feo? — Me preguntó. Yo le sonreí. — ¿sentiste feo cuando te enteraste que tú prometida te estaba poniendo el cuerno? — Le pregunté. Caesar dejo mirarme de inmediato. — ese silencio dice mucho — Le repetí las misma palabra que él me había dado no hace mucho. — No tan feo como tú al saber que no te quieren en casa — Me respondió. Yo agache la cabeza por un instante y después la subí. — Me da igual, soy autosuficiente y no necesito de nadie para ser feliz — Le respondí. — Todos necesitamos de alguien para ser feliz, así sea por un momento, así que no mientas y no te mientas, se te nota en la cara que eres infeliz en el lugar donde estas — Me dijo con seriedad. — ¿Dejame adivinar, me sacaste de la capilla porqué me viste tan mal que querías ayudarme? — Le pregunté. — No lo había pensado de esa manera, pero ahora me debes dos — Me dijo. Yo abrí la boca un poco, quería decirle de todo, pero sería una perdida de tiempo. — No voy a perder mi tiempo contigo, eres tan insoportable que es mejor ignorante — Le dije. César me miró y sonrió. — Te duele todo lo que te digo, solo acéptalo y te juro que no volvere a molestarte — Me dijo. Yo jamas aceptaría algo asi, estaba loco este tipejo. — Los ancianos y su manía de querer tener siempre la razón — Le dije. — Estás a una palabra de ganarte un golpe por irrespetuosa — Me amenazó. — ¿Una? — Le pregunté. Caesar estiro la mano y me revolvió el cabello. — ¡Idiota! — Le dije y aparte su mano de mi. — Me diviertes, creo que te adoptaré, así no siento mucho la ausencia de Barbie — Me dijo. — No soy una niña — Le dije. — concuerdo contigo, era más como una mascota, una que se molesta con facilidad — Me dijo. Yo le puse mala cara. — jodete Caesar — Le dije ya con rabia. — A eso me refiero, eres tan temperamental que es muy gracioso — Me dijo. — Te voy a ignorar el resto del camino, así que no me hables más — Le dije y me recargue en la espalda del asiento del coche. — ¿Pequeña Chihuahua de verdad no me hablaras? — Me preguntó. Yo puse los ojos en blanco, este tipo de verdad es un inmaduro por completo. — ¿A que animal piensas que te pareces? — Me preguntó. — a un dragón de Komodo — Le respondí. — Seamos realistas, tu no te pareces para nada a un enorme lagarto, eres muy pequeña y te vez angelical como para serlo, definitivamente eres un Chihuahua, de esos que tienen el cabello dorado — Me dijo. — ¿Y tu a qué animal piensas que te pareces? — Le pregunté. — A un dragón de Komodo — Me dijo. Yo me rei, ¡que hombre tan copión por dios! — ¡Claro que no! Tu eres tan molesto como un mosquito — Le dije. — Tienes razón, me gusta chupar cosas — Me dijo. Yo le di un golpe, que hombre tan vulgar. — ¿por qué me pegas? — Me preguntó con el ceño fruncido. — No me hables Caesar — Le dije y volví a mirar por la ventanilla, este tipo era un payaso. — Te has molestado porque quieres, no he dicho nada malo — Me dijo. — No me hables y date prisa, también tengo hambre — Le dije. Ya que me iban a castigar, que más da disfrutar de una buena comida.
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