5
Caesar condujo en completo silencio, yo no comenté nada, no quería escuchar su voz, ahora lo único que me preocupaba era mi papá, sabía que iba a castigarme.
— ¿Pequeña Chihuahua que pasa? estas muy callada — hablo Caesar.
Yo voltee a verlo de inmediato, como se atrevía este infeliz.
Me quite el cinturón de seguridad y empecé a golpearlo con los puños, Caesar empezó a protegerse con una de sus manos, mientras se reía.
— Voy a chocar por tu culpa — Grito.
Yo volví a sentarme y lo mire mal.
— ¿Que? — Me preguntó.
— Eres repugnante, un bastardo, viejo verde, te desprecio — Le dije con rabia.
— ¿Por qué pequeña Chihuahua? — Me preguntó.
Yo me quite el zapato y empecé a golpearlo en la espalda con el.
— ¡No me digas así! — Le grite.
— ¡Lo siento! — Dijo entre risas.
— Eres peligrosa — Me dijo.
Yo lo fulmine con la mirada.
— No te metas conmigo o te irá muy mal — Le advertí.
— ¿Mal en que sentido? Matarme dudo que lo hagas — Me dijo.
Me recosté en el asiento y mire por la ventanilla, prefería mirar a la nada que ver su vieja cara.
— Los chihuahuas son lindos — Me dijo.
Yo voltee a verlo, él estaba mirando a la carretera pero se le notaba que estaba sonriendo, podía ver su hoyuelo.
— No soy una puta mascota — Le dije con rabia.
— ¿Estás segura de eso? — Me preguntó.
Yo me quedé en silencio otra vez.
— Ese silencio dice mucho — Me dijo.
— Tu no sabes nada de mi vida, así que no te permito insinuar nada sobre ella — Le dije con rabia.
— No insinuó nada, solo opino sobre lo que tú papá dijo — me dijo
Él volteo a verme y me sonrió.
— ¿Quieres saber que dijo tu papá? — Me preguntó.
Yo lamí un poco mi labio inferior, quería saber pero a la vez no.
— No me interesa — Le dije.
Caesar sonrió.
— Te lo diré de todas formas — Me dijo con malicia.
— Es obvio que tu papá no te quiere, habla demasiado bien de ti, él está buscando al mejor postor para ti, aunque creo que te lanzaría a cualquiera que tenga algo de interés por ti, como por ejemplo, Félix — Me dijo.
Yo puse cara de desinterés.
— Eso ya lo sé, pensé que me dirías algo nuevo — Le dije.
Caesar dejo de sonreír.
— ¿no sientes feo? — Me preguntó.
Yo le sonreí.
— ¿sentiste feo cuando te enteraste que tú prometida te estaba poniendo el cuerno? — Le pregunté.
Caesar dejo mirarme de inmediato.
— ese silencio dice mucho — Le repetí las misma palabra que él me había dado no hace mucho.
— No tan feo como tú al saber que no te quieren en casa — Me respondió.
Yo agache la cabeza por un instante y después la subí.
— Me da igual, soy autosuficiente y no necesito de nadie para ser feliz — Le respondí.
— Todos necesitamos de alguien para ser feliz, así sea por un momento, así que no mientas y no te mientas, se te nota en la cara que eres infeliz en el lugar donde estas — Me dijo con seriedad.
— ¿Dejame adivinar, me sacaste de la capilla porqué me viste tan mal que querías ayudarme? — Le pregunté.
— No lo había pensado de esa manera, pero ahora me debes dos — Me dijo.
Yo abrí la boca un poco, quería decirle de todo, pero sería una perdida de tiempo.
— No voy a perder mi tiempo contigo, eres tan insoportable que es mejor ignorante — Le dije.
César me miró y sonrió.
— Te duele todo lo que te digo, solo acéptalo y te juro que no volvere a molestarte — Me dijo.
Yo jamas aceptaría algo asi, estaba loco este tipejo.
— Los ancianos y su manía de querer tener siempre la razón — Le dije.
— Estás a una palabra de ganarte un golpe por irrespetuosa — Me amenazó.
— ¿Una? — Le pregunté.
Caesar estiro la mano y me revolvió el cabello.
— ¡Idiota! — Le dije y aparte su mano de mi.
— Me diviertes, creo que te adoptaré, así no siento mucho la ausencia de Barbie — Me dijo.
— No soy una niña — Le dije.
— concuerdo contigo, era más como una mascota, una que se molesta con facilidad — Me dijo.
Yo le puse mala cara.
— jodete Caesar — Le dije ya con rabia.
— A eso me refiero, eres tan temperamental que es muy gracioso — Me dijo.
— Te voy a ignorar el resto del camino, así que no me hables más — Le dije y me recargue en la espalda del asiento del coche.
— ¿Pequeña Chihuahua de verdad no me hablaras? — Me preguntó.
Yo puse los ojos en blanco, este tipo de verdad es un inmaduro por completo.
— ¿A que animal piensas que te pareces? — Me preguntó.
— a un dragón de Komodo — Le respondí.
— Seamos realistas, tu no te pareces para nada a un enorme lagarto, eres muy pequeña y te vez angelical como para serlo, definitivamente eres un Chihuahua, de esos que tienen el cabello dorado — Me dijo.
— ¿Y tu a qué animal piensas que te pareces? — Le pregunté.
— A un dragón de Komodo — Me dijo.
Yo me rei, ¡que hombre tan copión por dios!
— ¡Claro que no! Tu eres tan molesto como un mosquito — Le dije.
— Tienes razón, me gusta chupar cosas — Me dijo.
Yo le di un golpe, que hombre tan vulgar.
— ¿por qué me pegas? — Me preguntó con el ceño fruncido.
— No me hables Caesar — Le dije y volví a mirar por la ventanilla, este tipo era un payaso.
— Te has molestado porque quieres, no he dicho nada malo — Me dijo.
— No me hables y date prisa, también tengo hambre — Le dije.
Ya que me iban a castigar, que más da disfrutar de una buena comida.