CAPÍTULO CUATRO
Kyra miraba hacia el cielo sintiendo el mundo moverse sobre ella. Era el cielo más hermoso que ella había visto, de color morado oscuro, con suaves nubes blancas pasando por este, y radiante con la difusa luz solar. Sintió que se movía y escuchó el gentil salpicar del agua a su alrededor. Nunca antes había tenido tal sensación de paz.
Recostada, Kyra volteó hacia los lados y se quedó sorprendida al ver que estaba flotando en un inmenso mar, sobre una balsa de madera y lejos de cualquier costa. Grandes olas movían gentilmente la balsa arriba y abajo. Sentía como si se dirigiera al horizonte, hacia otro mundo y hacia otra vida. A un lugar de paz. Por primera vez en su vida había dejado de preocuparse del mundo; se sintió envuelta en los brazos del universo como si, finalmente, pudiera bajar la guardia y dejarse llevar sin temor a ningún daño.
Kyra sintió otra presencia en la balsa y se levantó sorprendida al ver a una mujer sentada. La mujer traía ropas blancas y estaba envuelta en luz, con largo cabello dorado y ojos azules resplandecientes. Era la mujer más hermosa que Kyra jamás había visto.
Kyra se quedó perpleja al sentirse segura de que era su madre.
“Kyra, mi amor,” dijo la mujer.
La mujer le sonrió con tal dulzura que hizo que el alma de Kyra se recobrara, y Kyra la miró con un sentimiento aún más profundo de paz. La voz resonó dentro de ella y la hizo sentirse en paz con el mundo.
“Madre,” le respondió.
Su madre le extendió una mano casi transparente y Kyra se acercó y la tomó. El sentir su piel fue electrizante y, mientras la sostenía, Kyra sintió como si parte de su alma estuviera siendo restaurada.
“Te he estado observando,” dijo ella. “Y estoy orgullosa. Más orgullosa de lo que te puedes imaginar.”
Kyra trató de enfocarse pero, al sentir el calor del abrazo de su madre, sintió como si estuviera dejando este mundo.
“¿Estoy muriendo, madre?”
Su madre la miró con ojos resplandecientes y apretó su mano aún más.
“Ya es tu hora, Kyra,” le dijo. “Y aun así tu valentía ha cambiado tu destino. Tu valentía y mi amor.”
Kyra parpadeó confundida.
“¿Es que no vamos a estar juntas?”
Su madre le sonrió y Kyra sintió como su madre la soltaba lentamente y se alejaba. Kyra tuvo una oleada de miedo al sentir que su madre se iba y ahora para siempre. Kyra trató de sostenerse de ella, pero ella quitó su mano y en vez de eso puso su mano en el estómago de Kyra. Kyra sintió un inmenso calor y amor cursando por ella, curándola. Lentamente sintió cómo era restaurada.
“No dejaré que mueras,” respondió su madre. “Mi amor por ti es más fuerte que el destino.”
De repente, su madre desapareció.
En su lugar estaba un apuesto muchacho que la observaba con brillantes ojos grises y cabello lacio y largo, hipnotizándola. Ella pudo sentir el amor en su mirada.
“Yo tampoco te dejaré morir, Kyra,” repitió él.
Él se agachó, puso su palma en el estómago de ella en el mismo lugar en el que su madre lo había hecho, y sintió un calor aún más intenso pasar por su cuerpo. Vio una luz blanca y, mientras sentía el calor en su interior, sintió cómo volvía a la vida apenas pudiendo respirar.
“¿Quién eres?” preguntó ella con su voz siendo apenas superior a un suspiro.
Ahogándose en el calor y la luz, ella no pudo evitar cerrar los ojos.
¿Quién eres? hizo eco en su mente.
Kyra abrió los ojos lentamente sintiendo una inmensa ola de paz y calma. Volteó hacia los lados esperando aún estar en el océano, ver el cielo y el agua.
En su lugar, oyó el constante canto de insectos. Se dio la vuelta confundida y vio que estaba en el bosque. Estaba recostada en un claro sintiendo un intenso calor emanando de su estómago en el lugar en el que había sido apuñalada y vio cómo una mano se posaba sobre este. Era una bella mano pálida igual a la de su sueño que tocaba su estómago. Mareada, volteó hacia arriba y se encontró con los hermosos ojos grises observándola con tanta intensidad que parecían brillar.
Kyle.
Él se arrodilló a su lado poniendo una mano en su frente y, mientras la tocaba, Kyra sintió cómo su herida se curaba lentamente y cómo regresaba a este mundo, casi como si él la trajera de vuelta. ¿Había ella realmente visto a su madre? ¿Había sido real? Sintió como si debiera estar muerta pero, de alguna manera, su destino había cambiado. Era como si su madre hubiera intervenido; y Kyle. Su amor la había traído de vuelta. Eso y, como su madre había dicho, su propio valor.
Kyra se lamió los labios y estaba muy débil para levantarse. Quería agradecerle a Kyle, pero su garganta estaba demasiado reseca y las palabras no salían.
“Shh,” dijo él al verla esforzarse, agachándose y besándola en la frente.
“¿Me morí?” pudo ella preguntar finalmente.
Él respondió después de un largo silencio, con una voz suave pero poderosa.
“Has regresado,” dijo él. “No dejaré que te vayas.”
Era un sentimiento extraño; al verlo a los ojos, sintió como si lo conociera desde siempre. Ella lo tomó de la muñeca, apretándosela en señal de agradecimiento. Había tantas cosas que ella deseaba decirle. Quería preguntarle por qué arriesgaría su vida por ella; por qué se preocupaba tanto por ella; por qué se sacrificaría para traerla de vuelta. Pues ella de alguna forma sentía que él había hecho un gran sacrificio, un sacrificio que llegaría a lastimarlo.
Pero más que nada, quería que supiera lo que ella estaba sintiendo en este momento.
Te amo, deseaba decirle.
Pero las palabras no salían. En vez de eso, el cansancio la venció y, mientras cerraba los ojos, no tuvo opción más que sucumbir. Sintió cómo entraba en un sueño más y más profundo mientras el mundo pasaba sobre ella y se preguntó si estaba muriendo otra vez. ¿Es que había vuelto tan sólo por un momento? ¿Había vuelto solamente para poder despedirse de Kyle?
Y mientras el sueño profundo finalmente la venció, pudo jurar que escuchó unas últimas palabras antes de perder el conocimiento:
“Yo también te amo.”