EL CHICO QUE ME ENAMORO

1337 Words
La joven se sonríe un poco de lo despistada que esta la primípara, y le expresa: — Tú vas hacer mi compañera de carrera, y nos toca en el salón nueve. Salomé queda mirando a la joven, diciéndole: — Tú también eres primípara. — No, yo ya estuve en un primer semestre de psicología. — ¿Y qué paso? — No encaje, y por eso cambie… En seguida, la joven extiende su mano derecha, y le dice a Salomé: — Apropósito, mi nombre es Claudia Sinisterra Sinisterra. — Yo soy Salomé Gómez Castillo. En ese instante, Claudia y Salomé llegan al salón nueve. Donde los estudiantes ya se están organizando en sus puestos. Claudia entra al salón, y al ver a Salomé parada en la puerta, le dice: — ¡Entra! De inmediato, Salomé entra al salón. Cuando un joven la queda viendo fijamente. Salomé se sienta junto a Claudia, quien le dice: — ¿Conoces a ese? — No, es la primera vez que lo veo. — Pues el chico esta guapo. Y parece que le gustaste. Salomé se sonríe un poco, y dice: — Yo vengo a estudiar y a salir adelante en esta carrera. Yo no tengo tiempo para el amor. Claudia también se sonríe, y le expresa: — Eres muy graciosa Salomé, pero déjame decirte algo… el día que te llegue el amor, ese día veras que no podrás esquivarte del embrujo del amor. Salomé mira al joven detenidamente. Cuando entra la profesora de español, y les dice: — Buenos días. De inmediato, todos saludan a la profesora. Cuando esta los mira a todos, y les expresa: — Mi nombre es Erica Duarte Baraja y soy su profesora de español… veo en sus miradas un poco de timidez, pero eso lo vamos a solucionar ahora… quiero que cada uno diga su nombre y si gusta, el colegio de donde salió. Salomé mira al joven de reojo, y piensa: “¿Por qué no dejo de mirarlo?” En ese instante, se levanta un joven, y le dice a sus treinta y nueve compañeros: — Mi nombre es John Arce Riascos. Y me gradué del colegio americano. Una joven se levanta, y les dice a todos: — Mi nombre es Erica Duarte Baraja. Y me gradúe en el colegio Agustiniano. Salomé mira el joven que se levanta y la ve, y les dice a todos: — Mi nombre es Jorge García Martínez. Y me gradué del colegio San Carlos. Jorge se sienta y vuelve a mirar a Salomé. Cuando Claudia le dice: — ¡Viste! El gusta de ti… Horas más tarde, Salomé se hace varios amigos en la universidad cuando sale de la clase de español y de geografía, y ve que Jorge termina de hablar con dos amigos y viene hacia ella. En seguida, Claudia se acerca a Salomé, diciéndole: — ¿Ya te vas a casa? — Si. Jorge se queda a mitad de camino, mientras ve salir a Salomé de la universidad. Minutos más tarde, Salomé llega a casa y huele su comida preferida, y dice: — ¡Tía!... ¿qué haces en la cocina? — Pues preparándote tu comida preferida, ullucos con carne. — Gracias tía, eres un amor, ¿pero qué hacemos con la comida que yo compre? — Me fueras llamado… ¿a dónde tienes la cabeza? Salomé se acuerda del joven de la universidad, y luego le dice a su tía: — Se me olvido llamarte, ya sabes, cosas del estudio… Liliana comienza a servir los ullucos, y le expresa a su sobrina: — ¿Y cómo te fue en tu primer día de la universidad? — Bien… estuvo bien. — ¿Hay algo más que quieras contar? — No… bueno sí, pero no sé si contarte… me da algo de pena. — ¿Por qué?, yo también soy tu amiga… cuéntame Salomé, quizás pueda aconsejarte en algo. — Es un joven de la universidad. — ¿Te gusto? Salomé prueba la comida, y luego le responde a su tía: — Si, precisamente estudia en el mismo salón y estuvo mirando por mucho tiempo, yo también lo miraba… no pude evitarlo. Liliana se sonríe un poco, y le expresa a Salomé: — Eres toda una mujer ya. Y tienes derecho de enamorarte sobrina… solo te pido que mires bien a quien le vas a entregar tu corazón, no quiero verte sufriendo… antes de involucrarte con alguien. Trata de saber si es un buen hombre. Liliana come un poco de ulluco. Cuando Salomé le dice: — No te preocupes por eso, ni siquiera cruzamos palabras. — Pero hablaran… bueno, ¿y que trajiste de comida? — Traje pollo asado. — Pues guárdalo para que te lo comas mañana en la universidad. — Está bien. Liliana y Salomé terminan de comer. Cuando Salomé recoge los platos del comedor, diciendo: — Tranquila tía, yo recojo todo. Liliana se toca su cadera, diciendo: — Gracias sobrina. Salomé deja los platos en la cocina, y se dispone a lavarlos. Cuando se acuerda de Jorge… Liliana enciende el televisor de la sala, y le dice a Salomé: — ¿Por qué te has quedado en silencio allá? Solo son dos platos Salomé… ¿te pasa algo? — Ah, ya termino. Salomé lava los platos y se va a sentar junto a su tía, y le dice: — Dentro de unas horas entro a trabajar en mi nuevo turno, no me gusta dejarte sola en esta casa. — No me trates como si yo fuera una persona que no me pueda valer por si sola, yo solo tengo cuarenta años, además, no me gusta que trabajes en ese restaurante. Yo quiero que solamente te enfoques en tu carrera. — Tía, tengo que trabajar, y lo sabes muy bien. — Si, pero eso va a cambiar, porque me he dedicado a enviar hojas de vida a otros bancos, necesito trabajar, la casa me está enfermando aún más. Salomé toca la frente de su tía, y le expresa: — ¿No te ha vuelto a dar fiebre? — No, ya estoy bien… quiero que me prometas algo. — Que. — Que cuando me salga el trabajo, tú te vas a retirar de ese restaurante y te vas a dedicar exclusivamente a tu carrera en la universidad. — Está bien, pero tú te comprometes a que vas a pensar en no pasar más tiempo sola, tía eres muy joven aun, puedes darte otra oportunidad con alguien. Liliana se queda mirando a Salomé, y se queda callada. Minutos después, Salomé está en el restaurante El Paladar, y con mucha cortesía atiente varias mesas, como es de costumbre. El día siguiente en la universidad, Salomé está en la clase de contabilidad. Cuando Jorge que está sentado en la parte de a delante, la mira. Salomé hace fuerzas para no sonreírse. Cuando la profesora se acerca a Jorge, y le dice: — ¿Usted entendió lo que acabo de explicar en el tablero? — Eh… sí, sí, yo entendí. — ¿Me puede explicar? Jorge se bloquea y pone su mano derecha en su frente, y termina diciéndole a la profesora: — No se. La profesora camina hacia el tablero y luego se da vuelta, y les dice a todos sus alumnos: — Los que no quieran estar en esta materia, hay esta la puerta, no me hagan perder el tiempo. Y no se lo hagan perder a ustedes también. Jorge alza su mano derecha, y le dice: — Disculpe profesora, voy a prestar atención a su clase. Claudia toca a Salomé de su brazo izquierdo, y le expresa: — Lo tienes lo quito. Dos horas después, Salomé llega a la cafetería. Cuando es abordada por Jorge, que le dice: — Gracias a ti la profesora de contabilidad me regaño. Salomé se sorprende, y le responde: — Estás loco, yo no te conozco para que me estés diciendo eso. — Es tu culpa. — ¿Y porque yo? — Por ser tan hermosa, nunca había conocido alguien como tu…
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