Capítulo Cuatro - Apta de Matrimonio Parte 1

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Capítulo Cuatro - Apta de Matrimonio Parte 1. Septiembre 13 del 2019 Sicilia Italia. Caeli Mancini.  Han pasado más de veinte días desde la gala, veintiuno para ser exacta. Esa noche fue un completo caos al regresar a la mansión. Sí la gala fue un caos, el desastre en la mansión esa noche fue peor, mucho peor. En el norte de Italia esa noche se realizaría la entrega de un gran cargamento a nombre de el jefe de la familia Lombardi, es decir Adrik, todo habría salido bien, si esa misma noche no se le hubiera ocurrido a la policía realizar un operativo. El barco que transportaba el cargamento logro escapar de los oficiales que dirigían el operativo.  Sin embargo la mala suerte le callo a los hombres de Adrik, quienes obviamente fueron arrestados pero por el delito de traficar con estupefacientes, sino por encontrarse en zona restringida para civiles, la zona de descarga de cargamentos sobre todas los de carga pesada, esta prohibida para aquellos que no porten un permiso y aunque lo tuvieran no es aceptable tampoco que se circule por allí a esas horas. Por lo que Adrik paso toda la noche en vela, sus gritos frustrados se escuchaban por toda la mansión. Estaba furioso. Allí fue cuando note que el único momento al que Adrik le teme, es cuando se siente acorralado y no tiene el control de todo a su alrededor como lo hace conmigo. Es cierto que su poder sale más allá de los límites de toda Italia y que la mayoría de territorios le pertenecen a él, si habláramos en porcentajes eso sería aproximadamente el setenta y cuatro por ciento de todo el territorio italiano.  Pero cuando algo no sale según lo planeado para él. Todo a su alrededor debe de pagarlo con creces. Logro sacar a sus hombres de prisión, pero fue él quien realmente los hizo sentir como si aun siguieran ahí. Los lastimo, los lacero, los cortó, los quemó y les disparó. Todo en una noche, una noche en la que escuche y vi cosas que no quería haber visto, ni oído. Adrik Lombardi se comparta como un caballero frente a sus amigos, pero sé que ni siquiera así los engaña, es un ser despiadado, detestable, sádico, cruel e inhumano. Supongo que aquellas mujeres que se fijan en él, solo lo hacen por el dinero.  Pero yo, yo no estaría a perder por el dinero, dinero que si me esfuerzo puedo conseguir sola, sin un hombre a mí lado. Esas mujeres están conscientes, saben lo que se arriesgan a perder si deciden estar al lado de un hombre como Adrik. Perderán mucho, perderán su libertad, su derecho a decidir por si solas. Y llegasen a creerse más astutas que él, lo pagarán incluso con su vida. Lo digo porque lo vi y lo escuché. Pero no estoy dispuesta a pasar por eso.  Seguramente ellas sí, pero yo no soy ellas. Ellas están acostumbradas a tenerlo todo, lujo, comodidades, buena comida, joyas, porque lo han tenido seguramente desde que nacieron. Mientras que yo nunca he tenido nada, hasta que llega Adrik y en lugar de matarme, me da todo lo que no he tenido todos estos. ´Cualquier con un poco más de ambición que yo, lo pensaría dos veces y no dejaría escapar una oportunidad como está, pero no tengo nada que perder. Si me lo quitará todo, creo que ni siquiera lo sentiría, porque ya estoy acostumbrada a ello. A no tener nada... A diferencia de otros días, estoy en la sala de espera de una habitación de hospital. ¿La razón? Fácil, al señor Lombardi, le apetece mucho meterse en problemas y estaba vez fue herido. Quienes me trajeron hasta aquí no me dijeron nada sobre su estado, nadie en realidad me ha dicho siquiera que hago yo aquí.  No soy un familiar importante para él, así que no tendría sentido si dicen eso, pero tampoco soy una amiga, mucho menos su amante de paso. Soy su prisionera, una que quiere salir de su mansión lo antes posible o morir, lo que sea que pase primero no me importaría, de cualquier manera me salvaría de este maldito mundo, o de vivir como lo hizo mi madre y tener una muerte tan desagradable como la de ella. No obstante mi vida o mi muerte no me pertenece en absoluto.  La puerta eléctrica de la habitación en la que está Adrik se abre, dejándome ver a un medico. Quien se dirige a mí apenas al verme...  -¿Es Caeli Mancini? -pregunta mirándome de pies a cabeza. No voy vestida como le gustaría a Adrik y supongo que él lo sabe. Asiento.  -Sí... -él asiente.  -El señor Lombardi, quiere verla -me señalo y él asiente-. Lleva tiempo sedado y por eso no ha pedido verla.  Me levanto con para poder seguirlo a la habitación, pero antes de mover siquiera un pie, escucho pasos resonar hacia el pasillo derecho. Una mujer alta, elegante y sofisticada camina hacia nosotros.  -¿Señorita Antonella? -cuestiona el medico. La mujer asiente-, ¿el señor Lombardi pidió verla también?  -Sí, así es -me observa achinando los ojos-. Lo que no comprendo es quién es ella y qué hace aquí. -Ella es la señorita Caeli... -informa el doctor antes de que yo misma pueda presentarme. -¿Perdón? Eso es imposible -desvía la mirada-, ella no puede ser... -Pasemos, por favor.  La puerta eléctrica se vuelve a abrir cuando el doctor pone su tarjeta de presentación en un escaner. En la habitación hay una sola habitación, una sola camilla, en la que está él. La habitación parece estar acondicionada a los gustos y preferencias de él. Sin embargo, en él no veo señales de dolor o cansancio. Se ve perfectamente bien, como si se hubiera ido de vacaciones. -Señor Lombardi. La señorita Caeli y su abogada están aquí -mis ojo se abren de par en par. Miro a la mujer a mí lado, ella pone los ojos en blanco y luego me mira con desagrado. Supongo que es por mi manera de vestir. Entonces ahora tiene menos sentido que yo este aquí. Si tiene que tratar cosas con su abogada, yo soy completamente ajena a todo lo que tenga que ver con Adrik Lombardi, su vida y sus negocios, sean buenos o sean malos.  -Puedo verlo, doctor. Déjenos solos -el doctor asiente y sale de la habitación-. Caeli... -nombra, giro a verlo y él niega con la cabeza-. ¿Qué paso con tu ropa? -lo miro, niego con la cabeza.  -Nada, yo... -me interrumpe, arbitrariamente. Esto ya no es nuevo, si no le gusta algo, simplemente lo ignora y dice lo que tiene que decir. Aunque eso significa hacer callar al mismo presidente del país, solo porque algo no esta como el dice. Enserio que muchas veces desearía poder golpearlo y decirle de que es lo que se morirá, así me deja tranquila. Sin que él este detrás mío distinguiéndome.  -Me desobedeciste -asegura. Su rostro se frunce, dándome a entender que no le gusta nada que haga eso-. Antonella... -la mujer camina con estilo hasta el lado derecho de su camilla-, ¿Trajiste los documentos?  -Sí... Pero realmente no comprendo para que me pediste -busca algo en su cartera y de allí saca una carpeta color hueso.  -Caeli -levanto la mirada hacia él-. Debes firmar en donde ella te diga. Antonella, procede por favor.  -¿Qué? ¿Con ella? -vuelve a mirarme de pies a cabeza de manera despectiva-. No está a tú nivel -hago una mueca.  -Sí, con ella. No digas más y entrégale los documentos para que los firme -la mujer suspira y me entrega de mala gana cinco hojas impresas.  -¿Qué es esto? ¿Por qué debo firmar yo? -pregunto frunciendo el ceño-, debo saber para qué y qué es esto.  -Puedes leerlo tú misma... -él señala los documentos.  Mi corazón y respiración se paraliza al leer las palabras en grande de: APTA DE MATRIMONIO.  Lo dije una vez y lo digo ahora, yo nunca me casaré con él. Es imposible que yo llegue a aceptar ser su esposa. Además que puede sacar él de n matrimonio conmigo. Si se casará con otra mujer incluso podría ganar más terrenos, más poder, más reconocimiento entre su gente. Más todo.  ¿Pero yo? Qué le puedo dar. No tengo siquiera experiencia en ciertos temas. No entiendo porque me querría a mí como esposa. 
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