13 de septiembre, 2018
Ha llegado el día de que viajemos a Las Vegas y me siento demasiado extraño. No sé si es porque ella ha intentado evadirme durante todos estos días, o es porque yo no he tenido el valor de entrar a su oficina y pedirle que no fuese tan distante conmigo. Sea como sea, no hay momento más incómodo que este cuando bajo del auto de Fernando para permitir que ella se despida de su esposo.
Entro hacia el área de mostradores de American Airlines, y decido comenzar a hacer el check in con tal de no presenciar uno de sus besos. Soy un estúpido, inmaduro, e iluso; lo sé, pero no lo puedo evitar. Así es como me siento.
—Can I help you?— Me pregunta una de las empleadas de la aerolínea y me guiña un ojo.
Le sonrió y niego. –Thanks.— Respondo y comienzo a ingresar el número de localizador en la pantalla de la máquina.
—Vaya, pero no has perdido el encanto. — Me interrumpe su voz y al darme la vuelta allí está parada mirándome con una sonrisa.
Rio nervioso –Ella solo era amable. — Me defiendo y no sé ni para que lo hago.
—Sí, y por eso te ha guiñado el ojo. — Comenta y me da su tarjeta de crédito con la intención de pagar el cargo de las maletas, pero niego.
—La empresa paga. — Bromeo e ingreso mi tarjeta en la máquina. –Alai, yo no voy por la vida conquistando mujeres eh…— Miento y por alguna razón ríe de mis palabras.
—Es que no tienes necesidad, ellas solitas caen a tus pies.— Replica y debo mirarla a los ojos.
¿Es acaso una escena de celos o son ideas mías?
Coloco las etiquetas en las maletas, las llevo al mostrador y luego regreso a su lado para ir hacia el área de seguridad. —¿Es un reclamo? Discúlpame, pero no lo estaría entendiendo muy bien… hasta donde yo sé apenas hemos hablado en estos días. – Le pregunto intentando no sonreír.
—Es tan solo una observación. — Se defiende. –Es lo que he visto desde que te conocí en aquel bar. – Refuta.
—¿Y qué has visto? Recuerda que soy un idiota que no recuerda mucho.— Bromeo y rio de mis propias palabras.
Entregamos nuestras identificaciones al empleado de TSA (Transportation Security Agency) y avanzamos a la fila para pasar por los detectores metálicos. –Pues, he visto que todas las mujeres querían contigo esa noche.— Responde finalmente.
No tiene idea de la manera que sonrió por dentro a causa de sus palabras…
—Pero, he terminado besándome contigo. — Digo sin rodeos y su mirada esta sobre mi firme.
—¿De verdad no recuerdas nada?— Me pregunta nuevamente.
—No sabes cómo quisiera acordarme de esa noche.— Respondo con mi voz algo ronca a causa de lo que me sucede con ella. —¿Fui yo quien se acercó a ti o tú?— Pregunto sin dejar de mirarle.
Esta nerviosa. Juega con su cabello y avanza en la fila apenas mirándome. –Tú te acercaste y me invitaste a bailar.— Me dice y muerde sus labios.
Mierda… que sexy se ve cuando hace eso…
—¿Y qué sucedió después?— Presiono.
—Me tomaste fuerte por la cintura, me pegaste a ti, y comenzamos a bajar al ritmo de la canción…—
—Y…—
—Y me tomaste por el cuello…—
—¿Y te bese?—
—Sí, y todo comenzó a salirse de control. — Me dice bajito y sonrió.
—¿De parte de los dos, o solo fui yo quien se salió de control?— Pregunto.
Ella no me mira. Solo mira al suelo –No te voy a mentir. Yo también perdí el control.— Me dice con un hilo de voz.
No tiene idea de lo que sus palabras significan para mi.
Me acerco a su oído lentamente —¿Y cómo fue que no terminamos haciendo el amor?— Le pregunto sin rodeos.
Me separo de ella para mirarla a los ojos y puedo ver como sus mejillas se han prendido fuego. —¿Si sabes que estoy casada?— Me pregunta y levanta su mano para mostrarme el anillo.
Asiento y nuestro momento se ve interrumpido cuando debemos pasar por los detectores.
Estoy ansioso recogiendo mis cosas del otro lado y esperando a que ella pase también… Le veo caminar hacia mi mientras acomoda sus cosas en el bolso y cuando se detiene frente a mi le miró fijamente. –No me has respondido. – Insisto.
Sus ojos verdes se clavan en los míos y puedo notar lo nerviosa que esta… —No ha sucedido nada porque nunca he estado con otro hombre que no sea mi esposo. Hemos hecho un pacto de lealtad cuando hemos comenzado y no quise fallarle. – Me responde y prácticamente me quedo en blanco.
Arqueo mis cejas y permanezco en silencio, ¿Qué se supone que debo decirle?
Se acerca a mí y sonríe –Eso de que solo he estado con él es cierto, pero lo del pacto no.— Dice entre risas –Igual, no pienso serle infiel. — Me dice muy segura –Y menos con un hombre que había conocido en un bar y que estaba borracho. — Me aclara y sigue su camino como si nada hubiese sucedido aquí.
No sé porque, pero tengo la impresión de que este viaje será una tortura para mi…