—Entonces, ¿recuerdas lo que debes de hacer? —cuestionó Spencer tan pronto como el auto se detuvo. —¿Realmente me lo estás preguntando otra vez? —se quejó Morgan, observándolo. —Así es —asintió el omega—. No quiero que lo vuelvas a asustar. —No lo asusté —rechazó. —Lo hiciste —indicó Jagger tranquilamente, lanzándole una mirada por el espejo retrovisor—. Por más que digas que habías olvidado el tema gracias a la llegada de tu cachorro, es bastante obvio que no fue así, te entusiasmaste y fuiste y le dijiste a tu chico asustándolo en el proceso —comentó. —¿Realmente le contaste todo? —preguntó Morgan hacia el pelinegro omega. —Es mi alfa, que esperabas —respondió tranquilamente. —No sé, algo llamado confidencialidad entre amigos —bufó. —Yo también soy tu amigo —le recordó Jagger—. Y