[León Hernández] Me sentía impotente con la situación de Ximena, Lucía y mi madre. Por una parte, Ximena me estaba pidiendo que Lucía no viva en esta casa, entiendo su punto, pero es que prometí que la ayudaría, así como ella ayudo a mi familia cuando se quedaron en la calle. Por otra parte, mi madre odia a la mamá de Ximena, dice que sus hijas deben ser igual que su madre, que ni se me ocurra confiar en ellas. Hundo mi rostro en las manos mientras reposo los codos en mis piernas. Alguien toca a la puerta —pase —abre la puerta de mi habitación y veo a mi madre que entra —hola, mamá, ¿ya te sientes mejor? —le pregunto mientras me pongo de pie dándole la mano para que se siente en la cama —si hijito, ya me siento mejor, gracias a Lucy que me preparo un té de tila. Me siento a su lado.