Todos los días, aproximadamente a las 6:30 de la mañana, se encontraban en la misma intersección; ella le daba espacio cuando podía y luego sus caminos seguían igual, separados. Gaby se dio cuenta de su error y dejó de gritarle "¡Ey hola!" puesto que nunca contestaba.
Por ello la mañana del viernes decidió perseguirlo hasta llegar a un elegante e imponente edificio que resultó ser una editorial. Y aunque quiso, fue imposible hablarle en el elevador, que estaba tan lleno que parecía estar a punto de explotar de gente. Pero cuando la mayoría de las personas se bajaron no encontró el valor suficiente como para encararlo y decirle si quiera buenos días. Así que fingió la casualidad para bajar junto con él y sigilosamente, como una cazadora que acecha a una presa desprevenida, Gabriela lo siguió de nuevo; pasaron varias puertas, lo vio saludar a quien parecía su secretaría mientras el joven castaño se volteaba para decirle algo que la tomó por sorpresa:
—Viene a la entrevista, ¿Cierto?
—Y...yo...—Antes de que Gaby siquiera pueda articular una respuesta él la dirigió hacia una enorme e impecable oficina.
Jamás habría ido vestida de esa manera a una entrevista, pero tenía que aprovechar la oportunidad, aunque no había reparado en el nombre del edificio, sabía que era una buena editorial con clase. Esto se iba convirtiendo en la oportunidad ideal para enriquecer sus estudios de literatura de la universidad; de igual manera era plenamente consciente de que iba vestida más parecida a chancletuda que a mochilera.
—La verdad me parece muy simpática por eso le paso primera. –Matías se mostraba interesado en escuchar a la joven vestida exageradamente informal como para estar en una entrevista laboral de una de las mejores editoriales del país. A los ojos de él, la entrevista le resultaba más interesante que curiosa.
— ¿Cuál es el puesto?
—Secretaria, mejor dicho, mi asistente — aclaró Matías— Como pudiste notar, Ligia está embarazada, pero ella te va a entrenar para que luego lo hagas sola, si lo hace bien las primeras dos semanas el puesto es tuyo durante los cuatro meses de licencia, que es el tiempo que le corresponde a Ligia— La firmeza y seguridad en la voz de Matías hizo comprender a Gaby que en realidad ella podría ser la presa que, obedeciendo a los misteriosos pasos de un ritual secreto, se había ofrecido voluntariamente a un seductor e implacable predador. Entonces él le pidió los requisitos — Su nombre, currículo.
—Mire. Yo le doy campo todas las mañanas en la intersección para que no llegue tarde a su trabajo, lo saludo mientras esperamos en la presa y con costo usted pita.—no era momento de acobardarse, Gaby fue directa- Va a pensar que estoy loca pero quiero decirle: ¡Hola! y que me lo dijese de vuelta... o no sé, ¿un café?... ¡o algo! Usted me pasa así sin nada y yo soy amable, un conductor responsable... Pero, ahora que sé del puesto... Bien, estoy estudiando literatura en la universidad y como puedo ver por aquí, esta es una buena editorial y voy a aprovechar semejante oportunidad. Volveré mañana si le parece— dentro del pecho, su corazón le taladraba con una excitante mezcla de vergüenza y osadía.
Matías quiso ocultarse la cara con sus manos para disimular su sorpresa: en una mujer se juntaban una comediante, una estudiante de literatura, y probablemente loca que le seguía simulando ser una acosadora. Ahora tenía claro de dónde creía conocer. No obstante su curiosidad fue más fuerte y finalmente dijo—Dele sus datos y sus horarios a Ligia, si ella la llama le espero mañana a primera hora aquí. —Cuando la chica estaba por salir Matías la detuvo—Tal vez un día la invite por un café.
Oficialmente él también estaba loco.
—O tal vez sea yo quien lo haga —Gaby le dio un papel con su nombre y número.
La sonrisa de satisfacción que mostraba Gaby al salir de la oficina aseguraba que el primer encuentro la dejaba con ansias de más encuentros con Matías.
Él miró a las demás pulcramente arregladas y con carpeta en mano, le fastidiaba de más saber que debía entrevistarlas a pesar de que el puesto ya había sido apartado.