—Bueno, Mel, ¡aquí estamos, otra vez! — Shady abrió los brazos para que “admirara” el paisaje lleno de niños mediocres y posiblemente góticos.
—Esto no es lo que llamaría exactamente un mundo lleno de princesas. — escupí cruzándome de brazos.
—Relájate, Mel, te estás fijando en la portada no en el contenido. — sonrió y pasó su brazo por encima de mis hombros. — Vamos.
Suspiré. Mi mente era un torbellino, me saltaban imágenes de aquí para allá, la música electrónica se remplazaba por metal bastante pesado en mi mente, se combinaban y los recuerdos… Llegaban.
—No…—murmuré—, no puede ser.
Los góticos que me miraban enseguida bajaban la cabeza como si yo fuera la reina y me debieran ese respeto.
Me detuve un segundo y Shady me miraba, medio sonriente y ante la expectativa de que ya recordara todo de una vez. Tomé mi cabeza con mis manos.
— ¿Recuerdas? — sus ojos se abrían, pero no había una expresión realmente en ellos. — ¡Vamos, Dimitri debe estar presente cuando me recuerdes a mí antes que a él!
Negué con la cabeza y salí corriendo lejos de él. Gritaba mi nombre exigiendo que volviera, pero no desistí de mi carrera, daba giros cada tantas calles, había parado delante de un pequeño restaurante que seguía abierto. No sabía qué hora era ni cómo había llegado, así que entré al lugar y me senté recuperando el aliento.
¿Qué diablos había sido eso? Oculté el rostro entre mis manos, no quería llorar pero estaba tan frustrada. Sentí la presencia de otra persona, sentía su mirada. Descubrí mi rostro y levante la cara, había una muchacha de tez morena sonriéndome intrigada.
— ¿Sabes qué hora es? — pregunté tratando de que mi voz no sonase tan ruda.
— ¿Hora de un té? — Respondió bromeando. Observó el reloj en su muñeca. — Las seis y veintitrés minutos.
Así que me desmayé anoche, desperté en el hospital, estuve con Shady, corrí hasta aquí y yo ni siquiera había almorzado.
— Creo que pediré algo para almorzar.
Después de revisar si cargaba mi tarjeta de debito, opté por un plato de pasta con mucho queso y carne, un jugo de durazno y luego pedí un café, aunque este último casi no lo pude pasar porque no era tan bueno.
— Bien, aquí está la cuenta. — pagué sin rechistar, y salí. Noté que la muchacha se me quedaba mirando de a ratos cuando estaba esperando la comida. Como si quisiera hablar conmigo, pero algo se lo impidiese. Estuve entre devolverme o seguir.
Opté por seguir caminando, volvería mañana, con paciencia y calma.
Mordí mi labio inferior, suspiré y lo miré a los ojos: —Tuve un accidente en el cual perdí mi memoria, y quizá con ellos se fue parte de lo que soy —solté honestamente, nunca lo había dicho así, corrección: nunca lo había dicho. A nadie, ni a mis padres o hermana, cada quién dijo lo que debía decir, más yo seguía callada cuando llegue a casa, atrapada en medio de una crisis, las cuales eran normales según el doctor.
—Eso… Oh, Mel, lo siento… Nosotros realmente no…—se calló.
“Nosotros”. ¿Es qué eran más que Shady y Dimitri? ¿Les debía explicaciones a ellos o algo por el estilo? Diablos, no.
— ¿Quién es Shady, por qué quiere verme, por qué me buscas tú, qué pasa? —Las preguntas brotaban de mi boca a borbotones, era molesto hacer eso pero era más molesto no saber nada de nada.
—Calma, Mel —volvió a acercar su mano a mí, esta vez si la tomé. Esto sonará a película, no puedo negar que sentí algo cuando tome su mano y él apretó un poco, lo miré, no con amor como suele suceder, sino con temor. Algo brilló en mi mente muy a prisa, ¿migraña? No, algo peor: recuerdos.
—Oh, no, no puedo, no— solté su mano con miedo, me pegué a la pared y su mirada estaba llena de intriga. — ¿Quién soy yo? —Susurré nerviosa, con el corazón latiendo a millón y mi respiración acelerada.
—Melinda, cálmate— trató de agarrarme, sentí que me iba a desmayar.
—Aléjate de mí, ¡no quiero volverte a ver! —Mis ojos se llenaron de lágrimas, ¿por qué dejé que me tocara?
Mi mente era un torbellino de recuerdos, cerraba los ojos como si luchara por no desmayarme ahí mismo, caminaba mareada y cuando creí que podría correr, mi cabeza dolía horriblemente. ¡No! Sollozaba, corrí como pude, sostenía mi cabeza. Un grito desgarrador salió de mi boca, ¡dolía tanto! Faltaba poco para llegar a casa, sólo unos pasos.
— ¿Melinda? — Esa voz… Su recuerdo salió a flote, mi corazón se sentía tan pesado y al mismo tiempo tan acelerado.
Traté de buscar la voz.
Mi cabeza, duele tanto.
— ¿Melinda, eres tú?
Esta noche, no regresaron todos mis recuerdos, pero si volvieron los peores.
¿Era así, era eso? ¿Sigo siendo…eso?
Otro grito, otro paso.
Caí de rodillas, una respiración, dos, tres.
Oscuridad.
Ahí debía de estar yo para siempre, ¿cierto?
¿Cómo diablos conseguí escapar? ¿Era esa la razón para suprimir mis recuerdos por tres largos meses? ¿De verdad, era yo, Melinda Maroney, un ser tan cruel y despiadado?
—Oh, Melinda, tú nunca escapaste, sigues encerrada, sólo que tu mente quiso crear un mundo mejor, una utopía en medio de todo el caos que has causado.
--------- A partir de acá pueden bajar al siguiente capítulo, porque voy a repetirlo dos veces más. Lo siento, espero lo entiendan, gracias.
El accidente sucedió en unos pocos minutos de manera desastrosa y dolorosa, el golpe en mi cabeza afectó mi memoria dejándome con conocimientos básicos, en el hospital que desperté me explicaron que existía la breve posibilidad de recuperar todo, o parte de lo que alguna vez fue mío. Azul, rojo, resentimiento, venganza, gritos: eso es lo que recuerdo del momento en que mi memoria fue totalmente formateada. ¿Cuál fue el verdadero accidente? Quiero saberlo, necesito entenderlo para poder así avanzar, o al menos comprender parte de la situación en la que me encuentro. Mis padres me explicaron sin muchos detalles mi vida, cómo fue mi niñez, qué tan buen estudiante era, en qué me desempañaba. Lo básico, con lo que pretendían satisfacer mi sed de interés, ¿quién no se encontraría como yo cuando toda su vida no es más que borrones y lagunas mentales? El supuesto accidente, no fue más que un arrollamiento que me dejó con rasguños, moretones y desesperación.
Quizá ustedes aseguren que las cosas con las que mis padres pretendían llenar los huecos de mi memoria basta, ¿bien? No es así. Mi hermana me detesta, no poseo muchos amigos, recibo llamadas y mensajes bastante extraños, tengo un hambre insaciable y el director de la escuela donde doy clases quiere sacarme de mi puesto. ¡Genial! No pretendo recuperar mi vida con conceptos tan triviales e inútiles.
Quiero saber, lo necesito. ¿Quién soy?
El rostro de ese sujeto sólo gritaba: “Peligro”. Mis ojos se llenaron de lágrimas de miedo, iba a morir a manos de un ladrón, o quién sabe qué era este tipo vestido de n***o totalmente, con una pesada chaqueta de cuero que intimidaba bastante.
—No tengo dinero, ¿okey? Ni siquiera teléfono, se dañó, ¡por favor, déjeme ir! — Supliqué, con manos temblorosas y la cara algo roja por la impotencia de no saber defenderme.
—Mel —dijo al fin—, no… ¿No te acuerdas de mí?
—Por favor, no sé quién es, no sé cómo me conoces. —Mi voz no era más que sollozos. Recuérdenme no volver a tomar atajos para llegar a casa otra vez en mi vida.
—Mel, ¿qué? Vamos, no actúes, Shady te espera, vamos. No hagas de esto un juego.
Era obvio que no sabía quién diablos era “Shady”, ni quien era él, mis nervios estaban a flor de piel y a ese tipo sólo se le ocurrió acercarse más a mi e intentar tocar mi brazo, instintivamente me eché hacia atrás y su cara se contrajo en tristeza, me dolió verlo así pero era más evidente mi miedo que mi hospitalidad en ese momento.
— ¿Qué pasa? ¿Cómo es posible que no te acuerdes de mí?
Mi memoria no es que fuese mala, es que no existía. Perdí muchos recuerdos, estaban totalmente suprimidos y no era posible recuperar el archivo después del accidente que tuve hace 3 meses donde casi muero, tal parece me aferré a mi vida, pero yo no era capaz de recordar qué era mi vida realmente. Mi mente decidió ocultar muchas cosas, y fue en ese momento, en ese callejón con un tipo que aseguraba conocerme, en que deteste con todo mí ser ese accidente que me hizo perder parte de mi vida. Si es que realmente tenía una.
El día que desperté en el hospital, recuerdo que vi a mis padres, los cuales mi cerebro reconoció pero sus nombres aún eran desconocidos para mí, mis primeros días fueron difíciles debido a que entre en una depresión no obvia aunque fuerte, ya que no asumía la pérdida de memoria, decidí hacerle frente y recordar por más que doliera, debía saber quién era yo; mi hermana, (sí, tengo una hermana), aseguró que mi pérdida de memoria era una estúpida escusa para volver a casa después de todas las cosas horribles que hice. Lo cual, por más tristeza que me causará, debía averiguar: cuáles eran todas esas cosas, por qué volví a mi casa, por qué mi hermana me odiaba, por qué no tenía amigos, novio, esposo (esa era más duda de mi madre que mía) y, quizá no lo más preocupante pero más difícil para mí, ¿quién era antes de todo esto y por qué estaba siendo perseguida?
Mis padres me dijeron que era licenciada en sociología, tenía una increíble vida, pero algo hizo que cayera hasta el fondo del abismo. Más no me explican qué fue eso.
Quizá este sujeto, que posiblemente no quería matarme, podría responder, no todas, sólo algunas de mis dudas. Con saber quién era y por qué ese tal Shady me buscaba, estaría bien.
—Lo siento, de verdad no sé quién eres, por favor, dime tu nombre, quizá así te recuerde. — ¿Escucharon eso? Sí, eso era una gran mentira. No importa cuánto me repitieran un nombre, un lugar, una fecha, mi cerebro no lo procesaba.
—Soy Dimitri, ¿cómo es que no me recuerdas, Melinda? — Preguntó consternado.
Mordí mi labio inferior, suspiré y lo miré a los ojos: —Tuve un accidente en el cual perdí mi memoria, y quizá con ellos se fue parte de lo que soy —solté honestamente, nunca lo había dicho así, corrección: nunca lo había dicho. A nadie, ni a mis padres o hermana, cada quién dijo lo que debía decir, más yo seguía callada cuando llegue a casa, atrapada en medio de una crisis, las cuales eran normales según el doctor.
—Eso… Oh, Mel, lo siento… Nosotros realmente no…—se calló.
“Nosotros”. ¿Es qué eran más que Shady y Dimitri? ¿Les debía explicaciones a ellos o algo por el estilo? Diablos, no.
— ¿Quién es Shady, por qué quiere verme, por qué me buscas tú, qué pasa? —Las preguntas brotaban de mi boca a borbotones, era molesto hacer eso pero era más molesto no saber nada de nada.
—Calma, Mel —volvió a acercar su mano a mí, esta vez si la tomé. Esto sonará a película, no puedo negar que sentí algo cuando tome su mano y él apretó un poco, lo miré, no con amor como suele suceder, sino con temor. Algo brilló en mi mente muy a prisa, ¿migraña? No, algo peor: recuerdos.
—Oh, no, no puedo, no— solté su mano con miedo, me pegué a la pared y su mirada estaba llena de intriga. — ¿Quién soy yo? —Susurré nerviosa, con el corazón latiendo a millón y mi respiración acelerada.
—Melinda, cálmate— trató de agarrarme, sentí que me iba a desmayar.
—Aléjate de mí, ¡no quiero volverte a ver! —Mis ojos se llenaron de lágrimas, ¿por qué dejé que me tocara?
Mi mente era un torbellino de recuerdos, cerraba los ojos como si luchara por no desmayarme ahí mismo, caminaba mareada y cuando creí que podría correr, mi cabeza dolía horriblemente. ¡No! Sollozaba, corrí como pude, sostenía mi cabeza. Un grito desgarrador salió de mi boca, ¡dolía tanto! Faltaba poco para llegar a casa, sólo unos pasos.
— ¿Melinda? — Esa voz… Su recuerdo salió a flote, mi corazón se sentía tan pesado y al mismo tiempo tan acelerado.
Traté de buscar la voz.
Mi cabeza, duele tanto.
— ¿Melinda, eres tú?
Esta noche, no regresaron todos mis recuerdos, pero si volvieron los peores.
¿Era así, era eso? ¿Sigo siendo…eso?
Otro grito, otro paso.
Caí de rodillas, una respiración, dos, tres.
Oscuridad.
Ahí debía de estar yo para siempre, ¿cierto?
¿Cómo diablos conseguí escapar? ¿Era esa la razón para suprimir mis recuerdos por tres largos meses? ¿De verdad, era yo, Melinda Maroney, un ser tan cruel y despiadado?
—Oh, Melinda, tú nunca escapaste, sigues encerrada, sólo que tu mente quiso crear un mundo mejor, una utopía en medio de todo el caos que has causado.
El accidente sucedió en unos pocos minutos de manera desastrosa y dolorosa, el golpe en mi cabeza afectó mi memoria dejándome con conocimientos básicos, en el hospital que desperté me explicaron que existía la breve posibilidad de recuperar todo, o parte de lo que alguna vez fue mío. Azul, rojo, resentimiento, venganza, gritos: eso es lo que recuerdo del momento en que mi memoria fue totalmente formateada. ¿Cuál fue el verdadero accidente? Quiero saberlo, necesito entenderlo para poder así avanzar, o al menos comprender parte de la situación en la que me encuentro. Mis padres me explicaron sin muchos detalles mi vida, cómo fue mi niñez, qué tan buen estudiante era, en qué me desempañaba. Lo básico, con lo que pretendían satisfacer mi sed de interés, ¿quién no se encontraría como yo cuando toda su vida no es más que borrones y lagunas mentales? El supuesto accidente, no fue más que un arrollamiento que me dejó con rasguños, moretones y desesperación.
Quizá ustedes aseguren que las cosas con las que mis padres pretendían llenar los huecos de mi memoria basta, ¿bien? No es así. Mi hermana me detesta, no poseo muchos amigos, recibo llamadas y mensajes bastante extraños, tengo un hambre insaciable y el director de la escuela donde doy clases quiere sacarme de mi puesto. ¡Genial! No pretendo recuperar mi vida con conceptos tan triviales e inútiles.
Quiero saber, lo necesito. ¿Quién soy?
El rostro de ese sujeto sólo gritaba: “Peligro”. Mis ojos se llenaron de lágrimas de miedo, iba a morir a manos de un ladrón, o quién sabe qué era este tipo vestido de n***o totalmente, con una pesada chaqueta de cuero que intimidaba bastante.
—No tengo dinero, ¿okey? Ni siquiera teléfono, se dañó, ¡por favor, déjeme ir! — Supliqué, con manos temblorosas y la cara algo roja por la impotencia de no saber defenderme.
—Mel —dijo al fin—, no… ¿No te acuerdas de mí?
—Por favor, no sé quién es, no sé cómo me conoces. —Mi voz no era más que sollozos. Recuérdenme no volver a tomar atajos para llegar a casa otra vez en mi vida.
—Mel, ¿qué? Vamos, no actúes, Shady te espera, vamos. No hagas de esto un juego.
Era obvio que no sabía quién diablos era “Shady”, ni quien era él, mis nervios estaban a flor de piel y a ese tipo sólo se le ocurrió acercarse más a mi e intentar tocar mi brazo, instintivamente me eché hacia atrás y su cara se contrajo en tristeza, me dolió verlo así pero era más evidente mi miedo que mi hospitalidad en ese momento.
— ¿Qué pasa? ¿Cómo es posible que no te acuerdes de mí?
Mi memoria no es que fuese mala, es que no existía. Perdí muchos recuerdos, estaban totalmente suprimidos y no era posible recuperar el archivo después del accidente que tuve hace 3 meses donde casi muero, tal parece me aferré a mi vida, pero yo no era capaz de recordar qué era mi vida realmente. Mi mente decidió ocultar muchas cosas, y fue en ese momento, en ese callejón con un tipo que aseguraba conocerme, en que deteste con todo mí ser ese accidente que me hizo perder parte de mi vida. Si es que realmente tenía una.
El día que desperté en el hospital, recuerdo que vi a mis padres, los cuales mi cerebro reconoció pero sus nombres aún eran desconocidos para mí, mis primeros días fueron difíciles debido a que entre en una depresión no obvia aunque fuerte, ya que no asumía la pérdida de memoria, decidí hacerle frente y recordar por más que doliera, debía saber quién era yo; mi hermana, (sí, tengo una hermana), aseguró que mi pérdida de memoria era una estúpida escusa para volver a casa después de todas las cosas horribles que hice. Lo cual, por más tristeza que me causará, debía averiguar: cuáles eran todas esas cosas, por qué volví a mi casa, por qué mi hermana me odiaba, por qué no tenía amigos, novio, esposo (esa era más duda de mi madre que mía) y, quizá no lo más preocupante pero más difícil para mí, ¿quién era antes de todo esto y por qué estaba siendo perseguida?
Mis padres me dijeron que era licenciada en sociología, tenía una increíble vida, pero algo hizo que cayera hasta el fondo del abismo. Más no me explican qué fue eso.
Quizá este sujeto, que posiblemente no quería matarme, podría responder, no todas, sólo algunas de mis dudas. Con saber quién era y por qué ese tal Shady me buscaba, estaría bien.
—Lo siento, de verdad no sé quién eres, por favor, dime tu nombre, quizá así te recuerde. — ¿Escucharon eso? Sí, eso era una gran mentira. No importa cuánto me repitieran un nombre, un lugar, una fecha, mi cerebro no lo procesaba.
—Soy Dimitri, ¿cómo es que no me recuerdas, Melinda? — Preguntó consternado.
Mordí mi labio inferior, suspiré y lo miré a los ojos: —Tuve un accidente en el cual perdí mi memoria, y quizá con ellos se fue parte de lo que soy —solté honestamente, nunca lo había dicho así, corrección: nunca lo había dicho. A nadie, ni a mis padres o hermana, cada quién dijo lo que debía decir, más yo seguía callada cuando llegue a casa, atrapada en medio de una crisis, las cuales eran normales según el doctor.
—Eso… Oh, Mel, lo siento… Nosotros realmente no…—se calló.
“Nosotros”. ¿Es qué eran más que Shady y Dimitri? ¿Les debía explicaciones a ellos o algo por el estilo? Diablos, no.
— ¿Quién es Shady, por qué quiere verme, por qué me buscas tú, qué pasa? —Las preguntas brotaban de mi boca a borbotones, era molesto hacer eso pero era más molesto no saber nada de nada.
—Calma, Mel —volvió a acercar su mano a mí, esta vez si la tomé. Esto sonará a película, no puedo negar que sentí algo cuando tome su mano y él apretó un poco, lo miré, no con amor como suele suceder, sino con temor. Algo brilló en mi mente muy a prisa, ¿migraña? No, algo peor: recuerdos.
—Oh, no, no puedo, no— solté su mano con miedo, me pegué a la pared y su mirada estaba llena de intriga. — ¿Quién soy yo? —Susurré nerviosa, con el corazón latiendo a millón y mi respiración acelerada.
—Melinda, cálmate— trató de agarrarme, sentí que me iba a desmayar.
—Aléjate de mí, ¡no quiero volverte a ver! —Mis ojos se llenaron de lágrimas, ¿por qué dejé que me tocara?
Mi mente era un torbellino de recuerdos, cerraba los ojos como si luchara por no desmayarme ahí mismo, caminaba mareada y cuando creí que podría correr, mi cabeza dolía horriblemente. ¡No! Sollozaba, corrí como pude, sostenía mi cabeza. Un grito desgarrador salió de mi boca, ¡dolía tanto! Faltaba poco para llegar a casa, sólo unos pasos.
— ¿Melinda? — Esa voz… Su recuerdo salió a flote, mi corazón se sentía tan pesado y al mismo tiempo tan acelerado.
Traté de buscar la voz.
Mi cabeza, duele tanto.
— ¿Melinda, eres tú?
Esta noche, no regresaron todos mis recuerdos, pero si volvieron los peores.
¿Era así, era eso? ¿Sigo siendo…eso?
Otro grito, otro paso.
Caí de rodillas, una respiración, dos, tres.
Oscuridad.
Ahí debía de estar yo para siempre, ¿cierto?
¿Cómo diablos conseguí escapar? ¿Era esa la razón para suprimir mis recuerdos por tres largos meses? ¿De verdad, era yo, Melinda Maroney, un ser tan cruel y despiadado?
—Oh, Melinda, tú nunca escapaste, sigues encerrada, sólo que tu mente quiso crear un mundo mejor, una utopía en medio de todo el caos que has causado.
— no eres más que el miedo, el terror de tus víctimas.
— ¡no lo creo!
— no importa todo lo que huyas, la sangre te persigue, Gula. Así será por la eternidad.
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