–Cansada, Sam –curioseo Sebastián después de mi tercer bostezo. Me había levantado muy cansada y tarde, así que apenas me puse lo que encontré, peine un poco mi cabello y me coloque mis gafas porque me ardían tanto los ojos que no quise usar las lentillas. –Un poco –respondí –. Unos vecinos tuvieron una fiesta anoche… –Te entiendo –me interrumpió –. Solo espero que no estés así el viernes, porque ya tengo todo planeado. –Es una sorpresa –curioseé. –Es una sorpresa –me sonrió –, pero te diré que tienes que llevar un poco de ropa extra. –¿Cómo? –dudé. –Solo eso te diré, confías en mí ¿verdad? – Sus ojos grises me vieron y afirmé. Eso hizo que el cansancio se me fuera por un rato, estoy emocionada por lo que haremos el viernes. A medio día salí a comer con Sara porque tenemos pendie