Este tipo de cosas le parecían asquerosas a Alexa, pero en ese momento estaba tan encantada con lo descarado que era el bastardo de Henry, que ese roce entre lenguas le pareció extremadamente excitante. Sacó su lengua un poco más, esperando otras lamidas, pero Henry la sorprendió chupándole la lengua como si fuera una golosina.
Con pequeños ruiditos, Alexa se sintió tan absorta que agradeció que las manos de Henry la estuvieran sosteniendo firmemente, manteniéndola en su sitio, porque sus piernas se sentían como gelatina.
Alexa jadeó suavemente, sin poder evitar estremecerse por la inesperada y placentera sensación. Henry sabía exactamente cómo provocarla, cómo hacer que su cuerpo respondiera de maneras que ni ella misma podía anticipar. A pesar de que nunca se hubiera imaginado disfru
