Desde antes de realizar el viaje, la ruta de aterrizaje se había cambiado, La primera parada en Italia, ahora seria en una villa en las colinas de la Toscana, misma que representaba un refugio de tranquilidad, rodeada de cipreses y viñedos que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Sin embargo, la calma del paisaje contrastaba con la tensión palpable que se cernía sobre el lugar. Michele y Kath habían llegado hace apenas unas horas, pero la reciente persecución los había dejado en un estado de alerta máxima. Kath se encontraba en la sala principal, observando por la ventana mientras el sol se deslizaba lentamente hacia el horizonte, pintando el cielo de tonos naranjas y rojos. Sus pensamientos eran un torbellino de preocupaciones, de inseguridades y por supuesto de un temor que ella