La semana transcurrió y Kath continuó con el entrenamiento donde fue guiada por el mismo Michele Brown. Este había ajustado sus horarios para pasar dos horas al día entrenando con Kath, mientras Alessandro entrenaba con Samara.
—Dime que te gusta —ordenó Michele con la voz ronca cuando tomó a Kath por la cintura mientras estaba sentada a horcadas sobre él y se enterró una vez más en ella. La sensación era increíble. Como una puta droga entrando a su sistema su vista se nublaba y el placer era tanto que lo único en lo que Michele pensaba en repetir el movimiento una vez más.
—Me gusta —respondió Kath con una voz que casi sonó sumisa. Era cierto que Katherine James tenía un carácter rebelde, pero cuando Michele le ordenaba con ese tono, lo único que Kath podía hacer era acatar sus órdene
