En Nueva York la mañana del viernes comenzó con el cielo cubierto por una capa de nubes grises, que eran visibles desde las grandes ventanas donde se encontraba el mayor de los Moretti. Alessandro se levantó temprano, aunque no por elección propia. Después de pasar la noche en un club exclusivo, había regresado a su lujoso apartamento en el centro de Manhattan solo unas pocas horas antes del amanecer, pues regresar a la mansión Moretti le habría demorado mucho más tiempo. Sin embargo, sus responsabilidades como hombre de confianza de Michele no le permitían indulgencias prolongadas. Alessandro, con el cabello ligeramente desordenado y los ojos aún somnolientos, tomó una ducha fría y se vistió rápidamente. Eligió un traje n***o impecable que complementaba su figura atlética y sus tatuaje