Al regresar a New York, Michele retomó su posición como CEO del “Diamante”, comenzando a trabajar desde el siguiente día a temprana hora. Estaba sentado detrás de su escritorio de caoba, se encontraba atento a los documentos que Isabela le había entregado, tomarse días para atender sus asuntos como líder de la mafia había provocado una acumulación de trabajo como CEO de su prestigioso hotel, sin embargo, en su ausencia Isabela tenía aún más responsabilidades, mismas que desarrollaba a la perfección, facilitándole gran parte de su trabajo. Michele recargó su espalda en su silla de cuero mientras que, a su lado, un pequeño reloj de oro marcaba el tiempo con precisión, siendo este un símbolo más de su control sobre cada aspecto de su vida y sus negocios. Esa mañana había citado a los hermano