Luego de un par de días en Marsella. Michele, su asistente y su padre en compañía de Raven, se instalaron en un hotel cinco estrellas. Era la mañana del viernes, el cielo estaba teñido de un rosa suave que contrastaba con la tensión palpable en el aire. Michele fue notificado de que la reunión al fin se llevaría a cabo con los franceses y el junto con Jesse e Isabela, subieron a un auto custodiado por sus hombres para dirigirse a la reunión. Pero antes, harían una parada en una de las mansiones que tenían en Francia. Mientras el auto los conducía a su destino, Michele repasó los detalles de la reunión en su mente. Sabía que esta visita a Marsella era crucial: su enemigo había estado intentando apoderarse de las rutas de contrabando que habían sido la columna vertebral de su operación du