Haciendo caso a las palabras de Michele, todos los trabajadores en el salón comenzaron a limpiar el desastre y los chef se encargaron de volver a servir los platillos y rápidamente colocaron un mantel elegante sobre una mesa larga y comenzaron a llevar nuevamente los platillos. Kath observó la forma fría en la que Michele se había encargado de que todos siguieran como si nada hubiera pasado, en como todos simplemente guardaron silencio y mostraron sus mejores caras para atender a la prometida del líder de la mafia, Kath observó parte del poder que tenía Michele Brown en los demás.
—Siéntate, quiero que elijas los platillos que más te gusten —espetó Michele con una voz dura a Kath y colocando su mano en su espalda, la guio de vuelta a aquella mesa.
El apetito de Kath se había ido, despué
