La respiración de Gia sonó más agitada cuando Lucian dio unos pasos más por encima del mármol blanco y sujetó un mechón de su cabello. Los vellos de su nuca se erizaron y sus fosas nasales se expandieron más, con su iris celeste, observó a Lucian y después a la puerta mientras su pecho subía y bajaba por la adrenalina de que sus hermanos fueran a buscarla. Ubo un momento de silencio absoluto, la tensión entre ambos era palpable, una corriente eléctrica que parecía llenar el espacio entre ellos. Lucían relamió sus labios sin apartar la mirada de ella. Estaban solos en el baño, uno tan cerca del otro, y aunque ambos estaban vestidos, la idea de verse sin el antifaz y sabiendo quien era el otro, volvía el encuentro más intenso. —Te busqué —dijo Lucian, sin rodeos, después de que Gia lo aban