El dueño del club al ver el escándalo suscitado sin ninguna contemplación salió furioso a despedir a la muchacha. —Alba Rodríguez, sabes bien que yo no admito escándalos con los clientes, recoges tus cosas, vas por tu liquidación y te largas de aquí. A Alba, eso no le importaba en ese momento, seguía de rodillas llorando cuando los elegantes zapatos de una mujer se posaron frente a ella. La chica levantó su rostro y su triste mirada se sorprendió al ver a Eliana, quien la observaba con profundo odio y desprecio. —Muchachita interesada e impostora, es mejor que te alejes de Santiago para siempre, él y su familia te repudian y no quieren saber nada de ti. Agradece que no pongan una denuncia en tu contra. —Yo no he cometido un delito como para acusarme. —Tú sí que eres ingenua, no es nec