Punto de vista de Brook
—Llegas tarde, Hall— ladró Jimmy. Era mi tío y era dueño del restaurante y cafe familiar, The Hall — El hecho de que seas mi sobrina no significa que recibas un trato preferencial
—¡Lo siento! Tuve que hablar con uno de mis profesores sobre una próxima tarea, tío Jimmy. Lo compensaré al final de mi turno— dije, poniéndome un delantal después de registrarme.
—Sí, sí— se rió entre dientes y me dio una sonrisa indulgente, agitando sus pinzas de metal— Vicky necesita su descanso
Gruñí por lo bajo.
—En eso estoy, tío
Vicky tomó más descansos de los que trabajó. Ella era la novia interna de mi tio, quería casarse, pero él vio lo que hacía el matrimonio entre su hermana mayor y mi padre, Carlos. Cuando mi papá murió de cáncer, Jimmy lo llamó una bendición disfrazada. Mi incubadora ya no podía desangrarlo por la sentencia de divorcio. En cambio, ella estaba tratando de desangrarme. Es por eso que estaba atrapada trabajando en el restaurante para poder pagar mi título de posgrado, junto con los honorarios del abogado, ya que mi madre estaba impugnando el testamento de mi padre, incluso seis años después de su muerte.
Perra.
—Eres una buena chica, Brooke— sonrió Jimmy.
—Soy la mierda— resoplé.
Relevé a Vicky, que entró precipitadamente en la oficina. Me hice cargo de sus mesas, sirviéndolas con una sonrisa y usando mi tiempo libre para trabajar en algunas de mis asignaciones de lectura para mi maestría en psicología. Quería trabajar con niños. Pasé un tiempo en refugios locales para personas sin hogar, brindando asistencia a niños que no tenían esa estructura de apoyo. Esto se sumó a una carga de cursos de tiempo completo y al trabajo de casi cuarenta horas en el negocio familiar.
Dormir era un lujo que no tenía. La última noche completa de sueño que tuve fue en 2010
Se oyó un tintineo de campanas encima de la puerta.
—Toma asiento en cualquier lugar libre— le dije, cerrando mi libro de texto. Pasé un menú y vi a uno de los habituales, pero sobresalía como nunca.
Este hombre siempre estaba impecablemente vestido, con un desorden de cabello bronce que parecía como si alguien hubiera pasado sus dedos por él mientras follaban. Sus ojos eran del tono más seductor de verde esmeralda, brillando contra su piel pálida. Vicky generalmente lo atendía porque pensaba que estaba bueno y le daba buenas propinas. Su pérdida fue mi ganancia.
—Bienvenido a The Holl. Soy Brooke, ¿puedo traerte algo de beber?— Le pregunté mientras se sentaba en el mostrador.
—Una cerveza— respondió, su voz suave como el terciopelo. Era profundo y resonante, exudando una gran cantidad de poder. Sin mencionar que hizo que mis bragas se mojaran.
Maldita sea.
Le traje su cerveza, vertiéndola en un vaso.
—Gracias, Brooke.
—De nada— sonreí— ¿Necesita algo de tiempo o está listo para ordenar?
Me miró fijamente, con una sonrisa torcida sobre sus hermosos rasgos.
—Estoy listo para ordenar— Saqué mi libreta de papel, esperando expectante a que ordenara— Eres hermosa, Brooke
—Um, bueno, gracias, señor— tartamudeé— Pero, no estoy en el menú
—Mi nombre es Alessandro— dijo, bebiendo su cerveza— Di mi nombre, Brooke.
—¿Qué te gustaría ordenar, Alessandro?— Pregunté, obligada a probar su nombre en mis labios. Su sonrisa se ensanchó y todo su rostro se iluminó. Mi corazón revoloteó contra mis costillas cuando sentí que mi rostro se sonrojaba.
—Eres realmente hermosa, es una pena que no estés en el menú. Te devoraría— ronroneó, su voz se profundizó y me hizo pensar cosas malas sobre este hombre sexy.
¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo, Brooke?
—¿Cuándo terminas?
—No hasta la medianoche, Alessandro— me reí entre dientes, tratando de mantener la calma— ¿Que vas a ordenar?
—Esperaré a que termines tu turno— sonrió— Y tomaré un solomillo con papas fritas y una ensalada
—¿Cómo quieres que te cocine el bistec?— Pregunté, mi cara ardiendo por su atención. Los tipos como él no hablan con chicas como yo. Soy tan sencilla como parece y él es un maldito dios griego con un traje de mil dólares.
—Medio cocida— sonrió.
—Entendido— dije, tratando de calmar mi sonrojo— ¿Qué tipo de aderezo quieres para tu ensalada?
—Sorpréndeme— dijo, devolviéndome el menú— Y lo digo en serio sobre esperar— Sus ojos me recorrieron, lamiendo sus labios— Quiero llegar a conocerte, hermosa
Antes de que pudiera responder, Jimmy ladró que había una orden. Sonreí, lanzándome a la ventana y poniendo la comida para la familia en la mesa de la esquina. Puse sus comidas en su mesa. Ordené la comida de Alessandro, viendo como Vicky salía de la oficina y coqueteaba con él sin descanso. Estaba rígido, tratando de alejarse y si ella me costaba mi propina, me iba a enojar. Agarré una ensalada, cubriéndola con un poco de aderezo ranchero. Lo puse frente a Alessandro.
—Aquí tienes— sonreí.
—Te dije que me estaban cuidando, Vicky— dijo con voz fría— Quiero que ella sea mi servidora
—Ella solo trabaja a tiempo parcial— dijo Vicky, inclinándose hacia adelante.
—No, no lo hago. Trabajo más que tú— resoplé— Vicky, deja de intentar cambiar. El tío Jimmy te quiere
—No lo suficiente para casarse conmigo— gruñó— Mocosa desagradecida— Ella se burló de mí, pisando fuerte a la oficina trasera. La oí gritar al tío Jimmy en la cocina. Hubo un fuerte estruendo y mi tío gritó de frustración.
—Lo siento por eso— fruncí el ceño.
—Definitivamente no me iré ahora— dijo, su voz no tan fría, pero todavía teñida de ira. A pesar del tono de su voz, sus ojos eran suaves y llenos de preocupación— Quiero hablar contigo. Sé que no me recuerdas, pero...— se detuvo, alcanzando mi mano y tomándola entre las suyas. Su piel era cálida, suave. Sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo. Me estremecí.
—¿Señorita? ¿Puede traer más ketchup?— preguntó el hombre en la cabina de la esquina.
—Voy enseguida— le respondí— Perdóneme— No soltaba mi mano. Mantuvo sus ojos fijos en los míos, su pulgar acariciando la parte inferior de mi muñeca— Necesito mi mano, Alessandro.
—Supongo— dijo, guiñándome un ojo con coquetería.
Me soltó y me alejé dando tumbos. Este hombre era peligrosamente sexy y definitivamente me atraía. Mirándolo mientras ponía el ketchup sobre la mesa, me excitó e intrigó. Era su voz profunda y seductora, el cuerpo esbelto debajo del traje caro y el verde arremolinado de sus ojos.
Definitivamente atraída e intrigada.
XXX
Punto de vista de Alessandro
Comí mi bistec, viendo como la hermosa morena, Brooke, trabajaba incansablemente en el restaurante. La pelirroja que normalmente me atendía nunca volvió. Estaba agradecido por ello. Vicky me hizo sentir incómodo, me miró como si yo fuera su boleto de comida gratis. Todo sobre ella gritaba puta, pero ¿Brooke? Parecía inteligente, elegante y sexy. Su espeso cabello color chocolate estaba recogido en una recatada cola de caballo, rizado en las puntas. Sus ojos eran del color de los granos de espresso y eran muy expresivos. Era menuda con curvas en todos los lugares correctos. Si me pusiera de pie, cabría justo debajo de mi barbilla. Su piel era translúcida y tenía el rubor más seductor.
Hablando acerca de ir suave... Te estás convirtiendo en un poeta, describiendo a esta chica. Sí, es preciosa, pero la necesitas para este arreglo matrimonial.
Susurró aquella voz en mi cabeza.
Cuando se acercaba la medianoche, Brooke me dio mi cuenta. Pedí mi malteada y un pastel de nuez que dijo que había hecho. Ella podía hornear, eso era seguro. Pagué en efectivo, dándole una propina increíble.
—No tenías que esperarme— dijo, colgando su delantal.
—Es tarde, hermosa, parece que Jimmy se fue y no quiero que camines por las calles sola. ¿Él es tu papá?
—Tío— dijo ella, con el ceño fruncido adornando sus rasgos— Mi papá murió de cáncer justo antes de graduarme de la escuela secundaria. El tío Jimmy me acogió cuando mi incubadora decidió ser un problema— Se puso un forro polar y agarró una mochila y un libro de debajo del mostrador. Tomé la mochila de ella, colgándola sobre mi hombro—Alessandro, puedo llevar mi propio bolso.
—Conmigo no —dije, tomando el libro de sus manos—. ¿Psicología adolescente? ¿Estas en la Universidad?
—Título de posgrado. Estoy obteniendo mi maestría, quiero trabajar con niños. Solo se puede hacer mucho con un título universitario. Para seguir adelante, necesito obtener mi maestría. Una vez que me establezca, obtendré mi doctorado, necesito dinero para hacer eso, estoy endeudada hasta las orejas. La póliza de seguro de vida de mi papá pagó la licenciatura, pero...— se apagó— No sé por qué te estoy contando mis problemas. Lo siento. Me callaré
—No te censures— sonreí, guiándola fuera del restaurante. Cerró la puerta principal y tiró hacia abajo la puerta de metal, cerrándola. Estacionado en la calle estaba mi Aston. Le envié un mensaje de texto a Jason, pidiéndole que lo dejara mientras la esperaba— Te llevaré a casa
—¿Esto es tuyo?— ella respiró, con los ojos muy abiertos, mirando mi coche azul medianoche, que casi parecía n***o.
—Un regalo de cumpleaños— me reí entre dientes, ayudándola a sentarse en el asiento del pasajero con mi mano demorándose en la de ella más que educadamente. Puse su bolso en el maletero, corriendo hacia el lado del conductor— ¿Adónde, señorita?
—Me temo que tu auto puede quedar atrapado en mi vecindario— dijo, lanzándome una sonrisa tímida— No te preocupes por eso. Solo llévame al centro
—Servicio completo, Brooke. Hasta tu puerta— dije, arqueando una ceja— Quiero llegar a conocerte
—Soy una don nadie— dijo inexpresiva— Soy un pobre estudiante de posgrado. Obviamente eres importante con el auto caro y un traje que vale más que mi matrícula.
—Tú eres alguien— le dije, alejándome de la acera y alcanzando la consola, tomando su pequeña mano en la mía.
Entrelacé mis dedos con los de ella y se sintió bien. Había pasado una eternidad desde que sostuve la mano de una mujer. Me sentía más cómodo desmantelando un arma o disparando a los enemigos y haciendo preguntas más tarde. Brooke, para mi sorpresa, trazó las venas en la parte superior de mi mano mientras conducía a su apartamento. Ella no vivía en el vecindario más seguro y se me pusieron los pelos de punta.
—¿Por qué no sigues viviendo con tu tío?
—Porque tengo veinticuatro años y no quería un recordatorio de que él tiene más sexo que yo— dijo, dándome una sonrisa irónica— Él y Vicky no son exactamente tranquilos
—Lo siento— le dije, apretando su mano.
—Esto era todo lo que podía pagar, pero es mío— se sonrojó.
Estacioné mi auto, ayudandola a salir del auto. Subimos las escaleras desvencijadas y traté de ocultar mi disgusto.
—Sé que no es mucho. No tienes que hacer esto
—Oh, sí. Lo hago— dije, mirándola.
Oculta detrás de sus ojos estaba la vergüenza por su situación, pero estaba lidiando con ello lo mejor que podía. Pasé mi dedo por su mejilla. Ella se inclinó en mi palma, sus ojos revoloteando cerrados. Con un suspiro, se alejó y abrió la puerta. Por dentro, era hogareño y una extensión de la personalidad de Brooke, colorida y moderna.
Bueno, una extensión de la personalidad que había visto mientras la observaba durante las seis horas que estuve en el restaurante. Era amigable, rápida con una sonrisa y abierta a sus clientes, bromeaba con su tío y coqueteaba conmigo. Pero, no era un coqueteo manifiesto. Fue sutil, con una sonrisa o atención extra.
—Me gusta.
—Gracias— dijo, tirando su bolso en el sofá— ¿Quieres algo de beber? ¿Otra cerveza? ¿Algo de vino?
—Me gustaría llevarte a una cita— le dije, sentándome y cruzando las piernas por los tobillos— Y no necesitas servirme, Brooke. Siéntate, por favor
—Voy a buscar un poco de agua— balbuceó, sus mejillas se tornaron del rosa más delicioso. La escuché holgazaneando en la cocina, volviendo unos momentos después y acurrucándose a mi lado— Antes de acordar una cita, Alessandro... tengo algunas preguntas
—Cualquier cosa, hermosa. Soy un libro abierto— le dije.
Bueno, sobre todo eso.
—En primer lugar, ¿cuál es tu apellido?— ella se rió.
—Black— dije, acercándola y jugando ociosamente con sus dedos— Trabajo en Black Industries, donde tenemos una lucrativa agencia de bienes raíces y un grupo de inversión. Soy el director ejecutivo
—Un director ejecutivo— dijo lentamente— Guau.
—En realidad no— sonreí— Trabajo duro, pero la empresa se maneja sola. Mi bisabuelo comenzó todo— Levanté su mano, besando su muñeca. Se mordió el labio, retorciéndose en el sofá— ¿Estás bien?
—Eres bastante coqueto, Sr. Black. ¿Cortejas a todas tus mujeres de esta manera?
—No. Solo tú, hermosa— respondí honestamente. Nunca actuaría de esta manera con las hermanas León. Sirvieron a un propósito. Algo en ella me intrigaba, me hacía querer conocerla para protegerla.
Mi bolsillo vibró y saqué mi teléfono.
Uno de nuestros muchachos fue encontrado muerto. Encontramos al hacedor, te necesitamos ~ Enzo.
Respondí rápidamente antes de volver a guardarlo en mi bolsillo.
—Me encantaría quedarme, pero tengo que irme. Antes de hacerlo, necesito saber... ¿puedo invitarte a una cita?
—Sí— dijo ella. Me incliné hacia adelante, rozando mis labios con los de ella. Ella jadeó y sentí algo viajar a través de mí— ¿Cuando?
—Mañana por la noche— le dije, ahuecando su rostro y pasando mi pulgar por su labio carnoso— Ponte algo sexy
—No me acuesto con hombres en la primera cita— dijo, mordiéndome el pulgar— Tan tentador como eres, no vamos a tener sexo
Sonreí torcidamente, feliz de escuchar eso.
—Solo quiero verte con algo que no sea ese delantal y jeans, hermosa— ronroneé, besando sus tentadores labios— Me tengo que ir. Mañana. ¿A las siete?
—Sí— respiró ella, su boca a centímetros de la mía. Se inclinó hacia delante, besándome y reprimí un gemido. Me alejé, poniéndome de pie y besando su palma— Cuídate, Alessandro.
—Siempre, hermosa— le dije, dejándola en el apartamento.
Enzo me envió un mensaje de texto con una dirección. Aceleré. Cambié de coche y me puse algo menos formal. Quitar las manchas de sangre de los trajes planteaba demasiadas preguntas. Con jeans negros, una camiseta negra y una chaqueta de cuero negra, conduje hasta el almacén abandonado. Aparqué al lado del Jeep de Enzo y saqué mi arma favorita. Dentro encontré a Enzo, Jason y el guardaespaldas de Enzo, Seth. Esposado a una silla había un niño gruñendo.
—¿A quién consiguió?— pregunté.
—Lewis— respondió Seth— Lo atrapé cuando estaba cerrando un trato con una de las pandillas del lado sur. Este punk no dice nada. Solo sigue gruñendo como un perro rabioso
—Es solo un niño, Ale— susurró Enzo— Apenas dieciocho.
—Él mató a Lewis— dije, caminando hacia él y mirándolo con el ceño fruncido— Mataste a uno de mis mejores muchachos— Tiré de su grasiento cabello, obligándolo a mirarme— ¿Qué voy a hacer contigo?
—Vete a la mierda— dijo el niño, escupiendo en mi cara.
—¿Crees que eres duro?— Pregunté, poniéndome de pie y haciendo crujir mis nudillos. Le di un revés, rompiéndole la nariz. Maldijo— ¿Crees que vamos a dejar que te salgas con la tuya matando a Lewis?
—Se estaba metiendo en mi territorio— escupió.
—¿Y de quién es ese territorio?— Pregunté, sacando mi arma y soltando el seguro.
—No te voy a responder, imbécil— dijo. Sacando mi arma, le disparé en la rodilla. Él gritó— ¡Maldita sea! ¡Esa fue mi rodilla!
—Wow, eres un maldito genio. Y tengo trece balas más— dije, amartillando el arma de nuevo, apuntando a su otra rodilla— ¿De quién es el territorio?
—Alessandro— siseó Enzo.
—Cállate, En— gruñí— Puedes seguir con vida si me dices quién es el territorio
—¿Por qué debería creerte? Eres un monstruo— jadeó el niño.
—Lo dice el idiota que mató a Lewis— dije con calma. Levantando mi brazo, le disparé en la otra rodilla. Volvió a gritar, aún más fuerte y el hedor amargo de la orina llenó la habitación. Me abalancé sobre él, agarrando su rostro— ¿Quieres vivir, pendejo?
—Sí— sollozó— Te diré
—Estoy esperando. No soy un hombre paciente— le dije, fulminando con la mirada. Sostuve mi arma entre sus ojos— ¡Dime!
—No lo sé exactamente, pero sí sé que… que…— tartamudeó. Amartillé el martillo, mi paciencia agotándose.
—Alessandro, es solo un niño— gruñó Enzo.
—Cierra la puta boca, Enzo— le espeté, lanzando una mueca a mi hermano— Un nombre y vivirás para ver otro día
—¡No sé! Recibo órdenes de mi hermano mayor— gritó el niño— Me dijo que matara a tu chico porque su jefe se lo ordenó
—¿Cuál es el nombre de tu hermano?— Pregunté, entrecerrando los ojos. El punk estaba llorando— Necesito saberlo en caso de que no sobrevivas
—Emmanuel— sollozó— El nombre de mi hermano es Emmanuel Wood
—¿Y cual es tu nombre?
—Ross— gimió, las lágrimas corrían por sus mejillas— ¿Por favor? Por favor, no quiero morir
—Deberías haber pensado en eso antes de matar a Lewis— le dije, disparando mi arma entre sus ojos. La cabeza de Ross cayó hacia atrás y dejó de lloriquear.
Di un paso atrás, poniendo mi arma de nuevo en la funda. Enzo miraba hacia otro lado. Me acerqué a mi hermano, que era más grande que yo, pero claramente no estaba destinado a ser el líder de esta familia. Tomé su rostro y lo obligué a mirar a Ross.
—Si lo hubiéramos dejado vivir, las cosas habrían empeorado mucho. Podría haber ido a la policía. Era una carga, Enzo.
—Era un niño— dijo, mirándome.
—También era un asesino— siseé.
—Tú también, mataste a un niño
—Tú también has matado— grité— Pertenecemos a una de las familias mafiosas más grandes. Matar es parte de nuestras vidas— Enzo apretó la mandíbula, sus manos en puños rígidos— Te amo, Enzo, pero esta es nuestra vida. ¿A dónde crees que iba papá cuando tenía esas 'reuniones nocturnas'?
—¡Lo sé!— dijo, alejándose de mí y lanzando su puño a un poste de madera podrida. Se desintegró en el impacto— Lo sé— Salió del almacén.
Asentí a Seth para que lo siguiera. Mirando a Jason, suspiré.
—Encuentren a su hermano. Traiganlo y descubran quién está invadiendo nuestro territorio. Envíen nuestras condolencias por la pérdida de su hermano. Y no se olviden de un equipo de limpieza
—Entendido, jefe— asintió Jason— Y Alessandro, tenías razón al matarlo. Si lo hubieras dejado ir, podría haberte identificado y me gustas, eres un buen jefe— Sacó su teléfono celular, tocando en la pantalla.
—¿Qué pensaría Alicia?— bromeé. Su esposa era nuestra doctora. Si algo saliera mal, Alicia se ocuparía personalmente de ello— ¿Ella sabe acerca de su pequeño hombre enamorado?
—Lo hace y apoya completamente nuestro bromance. Incluso insinuó llevar el bromance un paso más allá— se rió. Le di una mirada. Él sonrió tontamente— Es broma… estoy bromeando. Jefe, salga de aquí. Parece muerto. ¿Cuándo fue la última vez que durmió?
—Un rato. Gracias, Jas— le dije, dándole una palmada en el hombro.
Dejé escapar un suspiro cuando volví a mirar a Ross, viendo su cadáver y la sangre filtrándose en el suelo. Dije una oración por él antes de escabullirme. El Jeep de Enzo todavía estaba allí y lo vi hablando con Seth. Empecé a caminar hacia ellos, pero Seth negó con la cabeza. Él, como Jason, era tan cercano a Enzo como yo a Jason. Tenían su propio bromance.
Enzo necesitaba tiempo para calmarse.
Yo le daría eso.
Me deslicé en mi auto, me alejé y me dirigí a mi penthouse. Le arrojé las llaves al valet y subí al último piso. Quitándome la ropa, recorrí mi cuerpo antes de colapsar en mi cama tamaño king. Le envié un mensaje de texto a Angela antes de colapsar, pidiéndole que hiciera una reserva en un restaurante romántico para dos a las siete. También le dije que no iba a entrar en la oficina.
Estaba agotado. Necesitaba dormir.
Mientras me dormía, mi mente no repetía el brutal asesinato de Ross, sino a la hermosa mujer que había captado mi atención. Sus profundos ojos color espresso y su cabellera caoba, recordando los suaves e inocentes besos. Era mejor recuerdo que acabar con la vida de un adolescente.