—No puedes simplemente ir y resolver mis problemas por mí, Alessandro— murmuré, alejándome de él— Agradezco la protección y el p**o de mi matrícula, pero no necesito un príncipe azul —Gerard te lastimó— dijo, sus ojos se endurecieron— Dormiste durante casi seis horas, aferrándote a mí por cómo te sentías. —Mi clase de la tarde…— gemí, sentándome pesadamente en la silla. —Le envié un correo electrónico al profesor, bajo tu nombre— dijo, arrodillándose frente a mí— Que lo empujaste demasiado lejos, demasiado rápido y que necesitabas más tiempo Sollocé y lloré. Alessandro tomó mi rostro entre sus manos, levantándome con facilidad y sosteniéndome contra su cuerpo. Gemí, tirando de su corbata. —Brooke, no sé qué estoy haciendo aquí. Quiero ayudarte. Me siento tan fuera de control —Eso es