Eros estaba a punto de alzar nuevamente su voz para regañar a su hija y hacerla entrar en razón de lo que estaba diciendo, pero su esposa lo detuvo agarrando su hombre y apretándolo levemente para no decir nada.
— Está bien – Musitó entre dientes — Le diré a uno de nuestros empleados que vaya por ti dentro de dos horas para que estés lista.
— No te preocupes, no deben de mandar a nadie — Se encogió de hombros mientras negaba con su cabeza aunque ellos no pudieran verla — Le diré a Apolo que me regrese, créeme que no va a ser ningún problema para él.
— Pero por eso queremos ahorrarnos la pena de que te sigan trayendo a la casa Isa — Le contestó de regreso — Lo hago y lo digo por tu bien hija — Artemisa se acomodó en la cama para poder sentarse en ella al escuchar que alguien tocaba a
