El peligroso panal fue extraído de la habitación y los sirvientes acomodaron los muebles para que Erika pudiera mudarse, fue por la tarde que Elena se sintió mejor y salió al patio para caminar un poco, para evitar que su complicado peinado acentuara su dolor de cabeza, decidió dejarlo suelto y tenía una chalina cubriendo sus hombros.
El viento era fresco, estaban en otoño, las hojas de los árboles se teñían de rojo y caían al suelo haciendo que su paseo fuera más lento, a menudo se encontraba empujando las hojas con los pies para abrirse paso hacia ese pequeño rincón entre los árboles donde alguien, sin pedir su permiso, colocó una banca.
Miró alrededor
Era la única persona en ese lado del jardín, por lo que no había a quién culpar, se limitó a sentarse y mirar el cielo que se fue llen
