En un día común Elena se despertaba temprano, se bañaba, secaba su cabello pasando un largo tiempo en cada detalle y aplicaba un poco de crema sobre su rostro, pese a que la mayor parte de su trabajo se hacía desde su estudio, nunca podía saber si tendría la necesidad de tomar su bolso, ponerse su sombrero y salir de la villa, o cuándo recibiría visitas, por lo cual, siempre debía estar maquillada, arreglada y perfecta.
Ese día en particular fue poco común porque en su estudio tenía a tres jovencitas que la miraban como si hubiera cometido el crimen atroz de salir de casa sin zapatos.
– Van a cancelar la boda – chilló Erin.
– ¡Oh!, lamento escucharlo – respondió, aunque no lo lamentaba realmente, lo que estaba teniendo problemas para procesar, era que Erin, Eliza y Lydia Stone, estuvier
