Elena odiaba iniciar la mañana con malas noticias y esa era en especial, una tan desagradable que le dejó un sabor agrio en la boca – ayúdeme a entender señor Robinson, usted sabe cuánto deseaba el terreno y con gusto habría aumentado mi oferta.
El hombre de mediana edad con calvicie prematura sostuvo el sombrero entre sus dedos – lo lamento mucho, mi lady, este comprador en particular fue muy insistente, con mucho gusto la ayudaré a encontrar el terreno perfecto para su casa de verano, le prometo que…
– Señor Robinson, no haga promesas que no podrá cumplir – sentenció y dio la vuelta para salir de la habitación, pero con mucho dolor, tuvo que girar y volver sobre sus pasos – sí tanto lo lamenta y valora nuestra amistad, dígame quién hizo la oferta.
– Mi lady, no puedo.
Elena frunció e
