IRIS
Salgo del coche, aturdida, dolida, decepcionada. No puedo decir que me sorprenda y tampoco que no lo haga. Desde el principio supe que él no era distinto, estaba casi tan jodido como yo. La diferencia entre nosotros es que ha permitido que el dolor anule sus sentimientos, ha renunciado a encontrar la felicidad que se merece.
Por experiencia puedo decir que es difícil, muy difícil. Lidiar con tus monstruos te consume poco a poco sin que te des cuenta, y, cuando lo haces, ya es demasiado tarde. Sin embargo, está en tu mano salir de ahí o hundirte aún más. Puedes convertirte en un iceberg o asumir que has tocado fondo y aprender de ello. Eso no quiere decir nada, ambas opciones te destrozan: una te permite vivir y la otra, simplemente, sobrevivir.
Lo cierto es que estuve algunos año
