IRIS
Tardo unos segundos en procesar la información que está comenzando a llegar a mi cerebro. Estoy en una habitación que fácilmente podría ser del tamaño de mi salón y cocina juntos, decorada con tonos blancos, negros y grises. En esta cama podrían caber cinco personas fácilmente y, por el sonido del agua corriendo, doy por hecho que tiene un baño privado. No tengo claro dónde estoy, pero tampoco es muy difícil suponerlo.
Cuando intento incorporarme un dolor agudo se apodera de mis manos y la venda que cubre mis nudillos se tiñe de rojo.
Joder.
La puerta del baño se abre y aparece Hardy con su cuerpo tonificado y fibroso cubierto por una fina capa de humedad. Mi mirada se queda fija en las gotas que corren por su tatuaje situado en su abdomen perfectamente marcado. Mientras lo obse
