¡Por fin! Después de una cantidad de incontables noches sin dormir, Carolina pudo conciliar el sueño, durmió profunda, sin malos pensamientos en su cabeza. Al día siguiente, se levantó de mejor humor, lo que pasó la noche anterior, de una forma inexplicable le estaba dando sentido a su existencia.
—Buenos días, mamá—Carolina se acercó a Gloria y le dio un beso en la frente
—¡Mi amor! Hace mucho tiempo no te veía tan rozagante ¿Has dormido?
—Si mamá, por fin pude dormir, ¿Tú cómo estás?
Gloria bajó su cabeza, en los últimos días su salud se estaba deteriorando, pero prefería callar para no sumarle otro sufrimiento a su hija.
—Bien mi amor, bien , tengo que irme a trabajar, ¿Puedes preparar la cena?
—Si mamá, también buscaré hoy un empleo, quiero hacerme cargo de los gastos de la casa. —Gloria abrazó a su hija y le dio un beso.
—Como te sientas mejor mi amor, yo siempre estaré aquí para ti —Le recordó la mujer, aunque en su interior pasaban cosas que no le decía a su hija. Gloria se fue de la casa, Carolina, ya había planeado que se iba a deshacer de todas las cosas que eran de su esposo, todo aquello que la atormentaba y no la dejaba ser feliz.
Abrió la puerta del sótano, allí tenía guardados cada uno de los recuerdos con Alejandro, sus fotos, su ropa, sus documentos, todo lo que a él le pertenecía.
Se sentó en el piso y empezó a sacar cosa por cosa, acarició una de sus fotos favoritas, en esta, ambos estaban abrazados, sonrientes y encantados por el momento que pasaron en la playa.
Una lágrima rodó por su mejilla, y siguió sacando todo lo que a él le pertenecía. Su ropa aun conservaba su olor, abrazó una de sus camisas, y lloró desconsolada ¿Cómo se desharía de lo que significaba tanto para ella? Pero debía hacerlo.
Tomó una caja y comenzó a echar sus camisas, sus pantalones, sus zapatos, sus accesorios, no sin antes tomarles por última vez su olor.
Las fotos las sacó y las dejo a un lado para conservarlas. Al fondo de una maleta, encontró una carpeta llena de documentos.
Alejandro, antes de morir estaba haciendo unos papeles para comprar una casa nueva, en secreto tenía la mitad paga y Carolina no estaba enterada.
“¡No puede ser cierto! Alejandro pagó mucho dinero” Pasaba cada hoja y veía los reportes, Alejandro no alcanzó a darle la sorpresa. “Mi pobre esposo”
Siguió sacando los papeles, hasta llegar a los últimos, una carpeta con todos los documentos de un contrato, su esposo, iba a entrar a trabajar a Farmacéuticas Sullivan como supervisor, si no hubiera muerto.
“¿Farmacéuticas Sullivan?” recordó que era el mismo apellido de Eithan.
Carolina siguió mirando todo lo que nunca se atrevió a revisar de su esposo, y solo pudo confirmar, que si hubo un hombre que la amó con tanta pasión, fue él, que aunque ya no estaba, desde el más allá, seguía pensando en ella.
Al fondo, la última foto acabo de quebrar su corazón eran ellos el día de la primera ecografía de su bebe, ambos estaban tan felices, en especial Alejandro, que Carolina no pudo evitar echarse a llorar.
Sus lágrimas caían como si se hubiera abierto una fuente en sus ojos, pero le dolía, esas lágrimas ardían al recorrer su rostro. Abrazó la foto y no se quiso desprender. Sin embargo, como si estuviera pasando algo mágico.
Alejandro se vio a él mismo en el sótano, él comenzó a mirar sus manos y se dio cuenta que no lucían como antes, estaban translúcidas, transparentes, y su cuerpo era muy liviano, sin embargo, feliz por haber vuelto, se hizo al lado de Carolina, y se agachó para sentarse a su lado.
—Carolina, mi amor, estoy aquí, no llores más—La mujer, simplemente estaba quebrada sobre la foto. Ahí fue cuando Alejandro comprendió, que estaba muerto, que solamente su alma estaba rondando en este mundo, pues cada vez que Carolina lloraba por su ausencia, él tenía la necesidad de regresar a su lado para consolarla.
Se hizo junto a ella, y comenzó a acariciar su cabello, aunque ella no lo sentía de inmediato, él continuaba haciéndolo, quería que ella dejara de sufrir por su ausencia, verla feliz, y ya que no podía ser a su lado, buscaría la forma de que ella lo fuera.
—¡Alejandro, mi amor, como te extraño!—Carolina seguía llorando sobre la foto.
Alejandro, impotente por no poder hacer algo por ella de inmediato, recordó que su corazón lo tenía Eithan Sullivan, como pudo, hizo que la carpeta de su contrato se cayera al piso, ella era profesional en química farmacéutica, y le hacía mucha falta un empleo.
Cuando la carpeta cayó al piso, Carolina dio un sobresalto y sintió un terrible escalofrío, soltó la foto y se dio cuenta de que justamente la carpeta se abrió, en una hoja de periódico en donde estaban las ofertas laborales de la farmacéutica, pues fue en ese papel, en donde Alejandro había ubicado el trabajo.
Carolina, levantó todo lo que estaba a su alrededor, y asumió de nuevo que eso era una señal, después de haber desahogado todo su dolor, subió de nuevo hasta el primer piso de su casa y buscó en internet la farmacéutica, aún había vacantes para un perfil como el de ella, así que decidida, envió su hoja de vida.
Ahora, Alejandro, supo que debía intervenir para que ella fuera la seleccionada, pues debía unir de nuevo a Carolina y Eithan, él imaginó que el CEO al tener su corazón, también tendría su bondad, pero lejos estaba de imaginarse que se encontraría con una persona fría y despiadada.
Unos días más tarde
Layla estaba sentada sobre las piernas de Eithan, acariciando su cabello de forma seductora, mientras que él revisaba unos documentos en su gran laptop.
—He pensado en una gran fantasía que tengo mi amor —Layla pasó su lengua por la mejilla de Eithan erizando su piel por completo.
—¿Qué fantasía preciosa? —Él la giro para que ella quedara cabalgando sobre él.
—Quiero que hagamos el amor aquí en tu oficina. —Ella empezó a besarlo apasionada.
—¡Oh! —Gimió él —Esa fantasía me encanta mi amor, pero estoy tan ocupado. Y sabes a la perfección que me gusta disfrutarte.
—Lo sé cariño, pero sería algo rápido, ya llevamos una semana sin estar juntos, la consecución de la asistente de presidencia te está volviendo loco mi amor, y a mi las ganas me están matando.
Eithan la miró fijamente, corrió un mechón de su pelo oscuro casi perfecto, y le dio un dulce beso en la boca, la tomó por la cintura y la bajó de encima suyo.
—Sé que eres insaciable querida, pero el trabajo es muy importante, no ha llegado la primera mujer que me de la talla para ser mi asistente.
—¡Bah! —La mujer se enderezó y arregló su falda —Todo es prioridad para ti, menos yo. Tanto así que ni siquiera me has pedido matrimonio.
Layla encendió un cigarrillo y comenzó a fumar delante de él.
—¡Maldita sea! Apaga eso, ¿No te das cuenta de que me puede perjudicar?
—¿Qué? ¿Ahora no puedo fumar? —Layla desafiante le echó el humo en la cara, haciendo que los ojos de Eithan se aguaran
—Sabes acerca de mi trasplante de corazón y mi estado de salud —Eithan se enojó—Hiciste algo terrible
Layla palideció al verlo tan enojado, qué rápidamente se fue al baño privado y le echó agua al cigarrillo, se lavó las manos, lavó su boca con enjuague dental, y regresó rápidamente donde Eithan.
—Mi amor, perdóname fue sin intención, es que me dejé llevar por la ira, y no lo pude controlar ¿Podemos hablarlo? —Layla le tomó las manos, pero él estaba demasiado consumido por el mal humor.
—Necesito concentrarme en el trabajo Layla, sal de mi oficina por favor
—Pero Eithan
—Layla, por favor
—¡No voy a salir!
—¡Que te largues, he dicho! —Eithan la gritó, Layla lo miro con enojo y salió de su oficina, dándole un duro golpe a la puerta a sus espaldas.
Eithan, negó con la cabeza y empezó a ocupar su tiempo de nuevo, necesitaba una asistente rápido, comenzó a pasar las hojas de vida que estaban postuladas, y ninguna parecía ser de su agrado, cuando iba llegando a la hoja de vida de Carolina.
Un extraña sensación se apoderó de su oficina, era como si alguien más estuviera con él y su corazón empezó a latir con fuerza.
> Eithan escuchó una extraña voz decirle a lo lejos.
Él hizo caso, y revisó la hoja de vida de Carolina, y las de un par de chicas más, ordenó a recursos humanos que se encargará de su proceso, en un día, debía tener su asistente.