Narra Maximiliano.
Vi el reloj. Solo tenia veinte minutos. Sentía que necesitaba tiempo para digerir todo lo que había sucedido. Ella era virgen. Tenía sentido con la forma en que había reaccionado a nuestro primer beso, y la forma en que había tropezado con sus palabras con nuestra conversación posterior. Me sentí un poco culpable ahora, solo reclamando sus labios como lo hice en la fiesta, pero también estaba un poco borracho con la idea. Era hermosa, atractiva, inteligente, equilibrada, básicamente todo lo que se le podía pedir a una mujer, y había decidido que yo era digno de ella. Me reí de mí mismo por mis pensamientos, quizas me estaba afectando toda la situación. Me dirigí al closet y decidí cambiarme.
Mi polla respondió al recuerdo de lo receptiva que había sido, de lo ansiosa
