Narra Maximiliano.
Me encontraba con Iván en mi oficina. Ava nos trajo dos café.
—Gracias—le dije.
—Te lo agradezco—le dijo mi primo esta vez—. Hoy estas muy bella—agregó.
—Gracias Iván—respondió ella, asintió con la cabeza y salió de mi oficina.
No me sorprendió que se tratarán de tu, conocía muy bien a mi primo. De repente la idea de que él la enamorará no me gusto en lo absoluto. Mi nueva asistente era espectacular. Ese era el pensamiento que seguía dando vueltas en mi cabeza todos los días, casi cada hora que estaba en el trabajo. Estábamos al comienzo de nuestra tercera semana juntos y ella era de lejos la mejor asistente que podría haber pedido. No importó lo que le pedía que hiciera, lo hizo de manera rápida y eficiente. Ella nunca resopló, nunca se quejó, aparentemente, ni siquiera se quejó con otros trabajadores. Ella solo miró hacia adelante con esos ojos determinados y luego la tarea estaba hecha. Sabía que la estaba presionando un poco más que cualquier otra asistente, pero ni siquiera pareció molestarla. Y no quería admitirlo a mí mismo, pero quería desesperadamente verla alterada. Para verla de esa manera tensa e impenetrable. Supongo que estaba demasiado acostumbrado a ver a través de las personas, a que se posaran o se rompieran en mi presencia. Pero para ella yo sólo parecía un estímulo más que no afectaba su día más allá de fijar su horario.
Su primera semana la tuve corriendo de un lado a otro que normalmente solo la veía al principio y al final de cada día. No fue hasta que me respondió cuando menos lo esperaba, que comencé a hacer que hiciera tareas que la mantenían cerca. Si se dio cuenta, no dijo nada. Pero, de nuevo, rara vez decía algo a menos que fuera directamente relacionado con el trabajo.
—Eso es todo—comentó Iván—terminando su trabajo.
—Si, ahora déjame solo—le pedí en mi tono serio.
Él simplemente sonrió. Se puso de pie y se marchó. Pocos minutos después Ava volvió a ingresar.
—Maximiliano. Tus correo con los inversionistas ya fueron respondidos como me lo pediste ¿necesitas algo más?—preguntó ella. La forma en que esos labios carnosos se curvaron alrededor de las palabras de mi nombre me cautivo, tuve la tentación de girarme allí y presionar mi boca contra esos labios tentadores antes de que pudieran pronunciar algo más. Pero eso no sería apropiado. Tenía mi polla dura. Había estado tan ocupado con la nueva marca que últimamente ni siquiera había tenido tiempo para una aventura de una noche. Y ahora... bueno, simplemente no parecía una idea tan satisfactoria—. ¿Maximiliano?—su voz de nuevo. Hablaba sin que le preguntaran nada, una rareza. Por un momento, mi mente esperó que algo lascivo saliera de su boca, pero en cambio eran solo más preguntas. Quería responderle que la iba a inclinar sobre mi escritorio follandola y diciéndole todas las cosas que podía hacerle, pero mis palabras quedaron enterradas. En lugar de esas salieron otras
—Una cosa más. Dile al diseñador que el nuevo logotipo de la nueva marca no me gusta y que lo vuelva hacer.
—Discúlpame por lo que te voy a decir—mencionó—. Le has dicho eso tres veces y él sigue haciendo el mismo patrón de diseño que el anterior. Se supone que la marca es nueva y debe verse moderna y visiblemente agradable. Lo ideal sería darle una ayuda, deberias decirle lo que realmente quieres expresar para que el público lo vea. Un trabajo de equipo es importante para un proyecto exitoso—pronunció.
Mis ojos se agrandaron ante eso. Me hizo sentir como un principiante. Pero realmente estaba atónito. Sucedía muy raramente, pero esta mujer era solo ... algo más. Ella enfrentó mis desafíos como nadie más. Retos que ni siquiera sabía que me estaba planteando. Todo lo que le había pedido que hacer lo hacía perfectamente. Ella era tan ... implacable. Nunca había conocido a alguien con una ética de trabajo y un impulso para igualar la mía. Ella siguió y siguió, rompiendo cualquier cosa que se atreviera a interponerse en su camino. Ava no era como las otras mujeres que suspiraba y hacían cualquier cosa para llamar mi atención, ella era algo completamente diferente. Ella era fuerza, era hermosa, y claramente no parecía importarle mi existencia en absoluto. No estaba acostumbrado a que me ignoraran. Ser tratada como nada más que un punto de control para su próxima tarea, y me hizo arder de ganas de que ella se fijara en mí.
En ese momento me puse de pie y camine hacia la ventana donde la ciudad se veía espléndidamente. En ese instante escuche como algunas hojas de papel junto a una libreta cayeron al suelo. Voltee a verla, se le habían resbalado. Ava dejó escapar un pequeño resoplido, uno que apenas pude oír, luego se inclinó y los tomó. Pero la vista de ella doblada, esas perfectas mejillas contra la tela de su trasero, hizo que mi cuerpo reaccionará visceralmente. Mi polla prácticamente cobró vida mientras mis ojos la absorbían por completo. Tan suave, tan abundante. Ella era todo lo que amaba de la forma femenina. Ella se puso de pie, y guardó la compostura. ¿Qué diablos me pasaba? Ella era solo una asistente, una mujer que solo había ayudado una vez. Entonces, ¿por qué me permitía prácticamente suspirar por un asistente?
—Tienes razón. Programa una reunión con el diseñar—le dije—. Luego ve y cómprame una rebana de mi pastel favorito y tráemelo en media hora con un taza de café—agregue. Ella no sabía cual era mi pastel favorito y de que repostería me gustaba, pero sabia que ella buscaría la forma de averiguarlo.
—Volveré en breve—respondió muy segura de mi misma.
Luego de su partida dejé escapar un largo suspiro. De repente, había sido demasiado para mí y no estaba acostumbrado a esa sensación. Mi polla todavía estaba reaccionando a ella como si fuera un imán.
—Maldita sea—siseé ante mi insistente extensión. Empezaba a sentirme incómodo con la fuerza con la que estaba presionando la cremallera de mi pantalón, la fricción me recordaba lo que quería, pero no lo suficientemente fuerte o resbaladizo como para proporcionar algún alivio. Respire por la nariz, exhale por la boca, pensando en negocios, adquisiciones e incluso futbol, pero nada funcionaba. Probablemente porque no importaba lo que mi mente intentara hacer, mi asistente estaba allí en el fondo. Recordé de nuevo su cuerpo en ropa interior de esa noche que la ayude. Reconocer esos pensamientos me hizo gemir y presioné la palma de mi mano contra mí mismo, buscando algún tipo de presión para obtener algo de alivio. Pero no fue suficiente. Nada parecía suficiente, y lo siguiente que supe fue que me estaba dirigiéndome directamente hacia el baño privado que estaba dentro de mi oficina. Esto era solo porque había pasado tanto tiempo desde que me tomé el tiempo para disfrutar de la compañía de otra persona. Baje mi pantalón frente al inodoro, puse mis dedos alrededor de mí polla, aplicando presión y moviéndolos de un lado a otro. Eso se sintió muy bien. Mi polla ya estaba goteando, y era muy fácil imaginar que la mano no era mía. No, era de mi asistente, con sus dedos pequeños y talentosos trabajando mi polla. Podía verla tan fácilmente, arrodillada frente a mi mirándome con ojos abiertos e inocentes en lugar de desafiantes. La idea era embriagadora, me recorrió hasta que me emborraché por completo con la idea. Mi imaginación inventó qué tipo de sonidos haría, probándola ¿Ella gemiría abiertamente? No, tendría que trabajar duro para sacarle ese tipo de sonido. ¿Lloriquearía, con la boca tan llena de mí que solo salían pequeños gemidos quejumbrosos? Palpitaba en mi propia mano con ese pensamiento. jadeé. Nunca había estado tan embelesado por una fantasía, centrándome en cada detalle de ella que mi mente podía evocar. Estaba tan metido en eso que no me di cuenta de lo cerca que estaba de correrme hasta que sentí mi propia eyaculación sobre mi propia mano, dejándome jadeando. Me quedé allí de pie, sin aliento sacudido por la intensidad de lo que acababa de sentir. De alguna manera, logré tomar la compostura, pero mis manos se sentían como si pertenecieran a otra persona. ¿Qué diablos me pasaba? Me quedé mirando la pared, tratando de hacer que mi cerebro volviera al trabajo.
—¿Maximiliano ?— era la voz de mi asistente que venía del otro lado. ¿Cuánto tiempo había estado en el baño fantaseando con un empleada como un idiota? —.Tengo tu pastel y café. ¿Quieres que lo coloque en tu escritorio?
Solo escuchar su voz fue suficiente para ponerme nervioso. De repente estaba harto de ser el cobarde. Estábamos en mi oficina y ella estaba en mi espacio. No dejaría que me persiguiera como si le tuviera miedo. Me subí el pantalón y me acerqué a la puerta del baño y la abrí. Ella me escuchó claramente, volviéndose hacia el sonido, pero la expresión de sorpresa en su rostro cuando me vio, mi polla aun seguía dura debajo y estaba seguro que el bulto en mi pantalón era visible. Lo confirme cuando sus ojos se detuvieron en ese punto.
—Déjalo sobre el escritorio—respondí.
—Disculpame no quise interrumpirte—se disculpó—. No sabía que tenías un baño aquí—agregó.
Le dediqué una sonrisa.
—Hay muchas cosas sobre mi y este lugar que estoy seguro de que no sabes todavía— dije jugando con ella.
—Bueno, aprenderé lo necesario para seguir cumpliendo con mi trabajo—contestó—. ¿Necesitas algo más?—preguntó.
—No, puedes irte—respondí.
Se dio la vuelta y salió. Ava era un ser un humano al fin y al cabo y no era inmune a mi presencia. Ella era muy buena para mantener todo eso detrás de su máscara profesional. No pude evitar sonreír. Ella seguía superando todos mis desafíos que me había perdido el panorama general que tenía frente a mí. Pero eso a su vez me hizo preguntarme cuánto podría salirme con la mía antes de que ella se diera cuenta de qué tipo de juego estaba jugando.