¡Sabía que sería una mala idea! El "extraño" sostiene mi mano con un delicado apretón, jugando con mis dedos al mismo tiempo. Sin embargo, este simple e insignificante gesto logra hacer que mi mano estalle en llamas. Este acercamiento, por inocente que sea, me trae recuerdos de la noche en la que esos brazos me rodeaban con fuerza. Me sonrojo y le doy una mirada furtiva. No ha dicho una palabra desde que me salvó de una cita con el suelo. Ahora que lo he vuelto a encontrar es como si la niebla que me impide recordarlo se hubiera disipado. Todo está muy claro ahora. Su cara hipnotizante, estos ojos que imitan el hielo y su tacto que me da escalofríos. Ni siquiera la resaca más grande pudo hacerme olvidar eso. Se da cuenta de que lo miro fijamente y me sonríe seductoramente. Vuelvo la cab