Emely se recostó en la cama, observando fijamente a Ian con aquel rostro serio que le anunciaba una discusión. —Ian, estoy cansada, voy a dormir —pidió ella. —No, yo no voy a dormir hasta que aclaremos esto —soltó él con amargura—. Hace un momento me preguntaste, ¿hasta cuándo haremos esto? Ahora soy yo quien te lo pregunto. Emely, llevamos seis años en esta relación y hace mucho que se ha ido al fiasco y a ti se te nota que no te importa en lo absoluto. Emely soltó un jadeo al no poder creer lo que escuchaba. —Ah, ahora yo soy la que ha mandado esta relación al carajo —aleteó las manos, impotente por la discusión. —¡Sí, claro que es así! He intentado de las mil formas arreglar las cosas y a ti te parece que todo lo que yo hago, te fastidia. —¡No, pues, gracias por esa dedicaci